martes, 9 de febrero de 2010

Inventando la realidad



Para los filósofos existe una diferencia muy clara entre Lo Real y La Realidad, en pocas palabras, podemos decir que Lo Real es objetivo, mientras que La Realidad es subjetiva, es la forma en la que una persona o un grupo de personas percibe Lo Real. En síntesis podríamos decir que Lo Real es independiente de la percepción humana, mientras que La Realidad es la forma en que los seres humanos perciben Lo Real.

Esto nos lleva a la siguiente pregunta ¿Es posible alterar Lo Real sin alterar la Realidad? Si decimos que Lo Real es todo lo que existe independientemente de la percepción humana bien podemos aceptar que es posible alterar Lo Real, pero al alterar Lo Real indefectiblemente alteraríamos la Realidad, es decir, percibiríamos diferencias entre lo que es y lo que era. Si se construye un pantano (dique o presa), si se construye una carretera en un terreno donde antes no había siquiera un camino, percibiríamos que las cosas han cambiado y nos daríamos cuenta que Lo Real ha sufrido una alteración. De allí podríamos concluir que es imposible alterar Lo Real sin alterar la Realidad.

La segunda pregunta que se nos ocurre es ¿Es posible alterar La Realidad sin alterar Lo Real? Aquí entran en juego muchas más cosas que en la pregunta anterior pero, sin hesitar, la respuesta es sí. Existen tantas realidades como seres humanos ya que La Realidad es subjetiva, mientras que Lo Real es objetivo, por lo que La Realidad depende de la manera en la cual percibimos Lo Real y si podemos interferir en la manera en la cual las personas perciben Lo Real podemos manipular La Realidad.

Durante la década de 1930-1939, los alemanes fueron convencidos por Hitler de que La Realidad era que los judíos conspiraban contra Alemania para evitar que esta recuperara su posición de potencia económica. La propaganda nazi y el control férreo que ejercitaba sobre los medios de comunicación permitieron a Hitler distorsionar de tal forma Lo Real que la población alemana terminó aceptando como cierta La Realidad que él les presentaba. Lo Real no había cambiado, pero La Realidad percibida era distinta, de esto podemos concluir que es posible alterar La Realidad sin alterar Lo Real.

Traslademos estas conclusiones a nuestros días y veremos que, dependiendo del medio a través del cual las personas se informen, La Realidad percibida es distinta. Esto implica que los medios de información pueden crear, o intentar crear, una Realidad que oriente hacia un objetivo determinado a la opinión pública, esto implica que los medios de información poseen un poder incalculable en cuanto a la generación de la imagen de lo Real que perciban quienes los utilizan.

Podemos decir, entonces, que un lector de ABC o de El Mundo tendrá una idea de Realidad muy diferente a la que tiene un lector de El País, y eso es algo que no debería sorprendernos, ya que una de las conclusiones a la que hemos llegado es que La Realidad puede ser alterada sin que Lo Real haya sido modificado. Las personas, entonces, dependen de sus medios de información para hacerse una idea de Realidad, y son sus medios de información los que les ayuden, o los que les nieguen, una idea clara de lo que está pasando.

De allí que en una sociedad determinada existan tantas formas distintas de interpretar un mismo fenómeno. De allí que para los catalanes o los vascos separarse de España sea algo razonable, mientras que para el resto de las personas eso sea una locura. De allí que muchos piensen que los inmigrantes sean los responsables de la crisis actual, mientras que para otros la responsabilidad de la crisis descanse en los créditos hipotecarios indiscriminados con los cuales los bancos sostuvieron e impulsaron la burbuja inmobiliaria. Cada cual ve las cosas del color del cristal con el cual la mira, pero ¿Qué sucede si todos los cristales evitan que veamos la verdadera causa de los problemas? Que todas las conclusiones serán erróneas.

En el ámbito científico, un entorno en el cual interesa saber Lo Real y no La Realidad o lo que es lo mismo, saber la verdad de las cosas de manera objetiva y no de manera subjetiva, existe la costumbre de descartar las teorías que no funcionan cuando una sola cosa, UNA sola cosa, demuestra que esa teoría es falsa. Esto implica que bastaría que la velocidad de la luz no fuese una constante para que toda la Teoría de la Relatividad fuese descartada o al menos revisada en su totalidad. Pero en Economía o Política pareciera ser que para que una teoría sea descartada hace falta una revolución o al menos, una crisis en toda regla.

El problema pasa por el punto de que ni la Economía ni la Política son ciencias formales, si hablamos de Ciencias Políticas o Ciencias Económicas es gracias a la retórica más no al hecho de que sean ciencias. Determinado esto, podemos decir que si utilizamos como leyes científicas las leyes económicas lo que terminaremos teniendo es un desbarajuste de tomo y lomo tal y cual hemos tenido en los últimos años, y que las verdades económicas que nos han venido repitiendo y sobre las cuales hemos construido nuestra cadena de valores tienen la virtud de no aguantar ni una sola puesta a prueba.

El capitalismo y el comunismo han dado claras muestras de ser sistemas económicos poco fiables, en el primero se tiende a la concentración de la riqueza y en el segundo se tiene a la expansión de la pobreza. Ambos sistemas se han demostrado, y no lo digo yo sino la historia, como inadecuados en cuanto a generar justicia social. Sin embargo el capitalismo sigue gozando de buena salud y el comunismo ha muerto porque quienes lo sostenían se han declarado en derrota. La URSS giró hacia el capitalismo después de la Perestroika y China, el otro gigante comunista, ha adoptado políticas capitalistas en los últimos años. El único país comunista que queda con vida es Cuba, un país demasiado pequeño como para pesar en la balanza.

Pero visto fríamente, ni el comunismo ni el capitalismo son soluciones viables para el hambre, el capitalismo se nos muestra como un motor del desarrollo económico e inventivo pero ese desarrollo nos lleva al calentamiento global y a la concentración de riquezas, es decir, afectan a la supervivencia del hombre en el planeta y a no solucionan el problema del hambre en el mundo. El comunismo, por su parte, no incentiva la ambición humana y por lo tanto es un freno para el progreso, ese mismo progreso que nos ha llevado a tener miedo de que los polos se descongelen pero, tengamos esto en cuenta, también ha sido un activo participante en cuanto a el grado de contaminación que tenemos en el planeta ya que nadie cuida lo que no es de uno y las industrias de la URSS contaminaban de lo lindo sin que a nadie le preocupara.

Por un lado tenemos a los defensores del capitalismo, por otro, a los defensores del comunismo, del socialismo, de la socialdemocracia o de lo que se les ocurra, lo cierto es que en más de cien mil años de historia tenemos gente que se muere de hambre y gente que se lo pasa pipa y no hemos podido erradicar el hambre, ni las guerras.

¿Es aceptable esto? No ¿Por qué? Porque hemos de aceptar que en la actualidad la posibilidad de erradicar las guerras y el hambre son cosas que tenemos al alcance de las manos, solo que ciertos hechos lo evitan y esos hechos son la codicia y la incomprensión de los derechos del otro.

Por empezar el derecho a la propiedad nace de la fuerza, solo aquel que podía decir “esto es mío” y defenderlo a garrotazos pudo hacer valer su derecho a poseer algo que los demás no poseían, sin embargo el derecho a la propiedad es la base de muchas de nuestras democracias, un derecho no basado en la razón, sino en la fuerza…

¿No podemos, entonces, cuestionar los derechos que permiten que un hombre posea riquezas tales que necesitaría diez mil vidas gastar al mismo tiempo que existen personas que fingen cocinar piedras para que sus hijos se duerman pensando que han comido? ¿No podemos cuestionar que existan fronteras que delimiten territorios de bienestar mientras otras fronteras delimitan fronteras de malestar?

Los medios de información actuales inventan una realidad a la medida de sus consumidores, pero esa realidad jamás irá en contra de sus intereses. Y los medios de información actuales, sean de derecha o de izquierda, defienden sus propios intereses, defienden su idea de ”poder” y su idea de “justicia” y esa idea delimita la manera en la cual nos informan. De esto podemos decir que en la actualidad la información que nos permite formar nuestra idea de Realidad responde a intereses ajenos a nosotros, a nuestros intereses. Podemos afirmar que solo reivindicando una serie de valores humanitarios y globales podríamos construir una sociedad justa e igualitaria.

Mientras tanto, mientras no sostengamos esos valores, seguiremos viviendo en una Realidad inventada por aquellos cuyos intereses no incluyen nuestras vidas. Mientras tantos seguiremos diciendo que acabar con el hambre es imposible, y que son necesarias las guerras.

Aunque no sea cierto. Aunque no lo sea.

lunes, 1 de febrero de 2010

La historia sin fin


Todos sabemos, o al menos casi todos, que cosas como “los derechos del trabajador” y “los derechos humanos” no nacieron per se, sino gracias a años de lucha, lucha mantenida por aquellos que prefirieron anteponer sus creencias, valores personales, ideales y pensamientos utópicos a lo que en su momento se consideraba “normal”, “correcto”, “tradicional”, “incambiable”.

La posibilidad de jubilarse, de tener vacaciones, de trabajar solo 8 hs. diarias, de tener la posibilidad de educar gratuitamente a sus hijos, de tener servicios de salud gratuita, de tener el derecho a ser considerado inocente hasta que un juez y/o un jurado le haya encontrado culpable, de manifestarse, de tener la posibilidad de expresarse libremente, son cosas que fueron ganadas a costa de la sangre de muchos que se manifestaron y lucharon por conseguirlos. Esos que lucharon no lo hacían por ellos, ellos sabían que no disfrutarían de los resultados de su lucha, pero lucharon por una única razón, para dar oportunidad a sus hijos de gozar de aquellas cosas que ellos pensaron eran justas, y en verdad eran justas, eran tan justas a principios del siglo XX como justas son hoy.

Sin embargo en los últimos años hemos podido atestiguar una contracorriente, una contracorriente que pone a la empresa antes que al individuo, una contracorriente que impone al Estado antes que aquellos a los cuales representa. ¿Por qué sucede esto?.

La respuesta es quizás simple, más que sea simple no significa que sea entendida por todos. Poner a las empresas o al Estado antes que al ciudadano, al hombre común que es quien las mantiene o quien lo conforma, es dar vuelta la idea misma de democracia. Este dar vuelta de la democracia comenzó, lamentablemente, desde el momento en el cual se permitió a los políticos hacer demagogia, prometer lo que sabían no podían cumplir, o no deseaban cumplir.

¿Por qué digo esto? Porque en la actualidad los políticos saben que han de decir lo que la gente quiere escuchar si desean ser elegidos aunque después hagan lo contrario. Ya no importa, un presidente, un primer ministro, elegido democráticamente, no está obligado a cumplir sus promesas siempre y cuando manifieste estar actuando en busca del bienestar de todos, pero decir que se está actuando en procura del bienestar general es lo mismo que decir nada. No existe ningún mecanismo que permita a un pueblo el exigir a sus gobernantes el cumplimiento de sus promesas y, entonces, ¿En que desemboca esto?

En la demagogia, en la manipulación, en la mentira más desembozada. En la oposición más estúpida y en el partidismo más oportunista.

Por una parte debemos comenzar a considerar todo lo que implican nuestras libertades, y que es lo que significa la palabra libertad. Ser libres de manifestarnos implica no tener la necesidad de pedir a un gobierno cualquiera el derecho a manifestarnos, si debemos pedirlo es que no somos realmente libres de manifestarnos. Tener el derecho a la libertad de expresión implica que podemos decir lo que se nos canta sin ser considerados peligrosos por ello, ni sufrir algún tipo de censura. Tener la libertad de tránsito implica no tener que demostrar que tenemos posesiones en nuestro lugar de origen ni tanto dinero depositado en nuestra cuenta corriente ni tengamos que sufrir la humillación de no sernos permitido el paso en un país cualquiera solo porque pertenecemos a un país considerado inferior desde el punto de vista económico.

Lo que debemos entender es que si permitimos que se recorte la libertad de algunos estamos permitiendo, a futuro, que se recorte la libertad de todos. Porque esa es la forma de actuar de los Estados, porque todo Estado tiende a ser o a llegar a ser un Estado totalitario. Comienzan pulsando una serie de miedos para comenzar a recortar las distintas libertades civiles en pro del bien común para finalizar recortando la libertad de todos.

La Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler, son muestras de ello. Se crea un enemigo imaginario, que englobe todas las culpas, un chivo expiatorio, en la Alemania de Hitler eran los judíos, en la Europa actual es la inmigración. También son chivos expiatorios los fumadores, los homosexuales, los “distintos”, nada mejor que ser “distinto” para ser un blanco de una represión futura.

En el mundo de hoy la bandera que se ha alzado para poder recortar los derechos del ciudadano es la del “terrorismo”, desde que Bush declaro, pocos días después del 11-S, la guerra mundial contra el terrorismo tanto los estadounidenses como los británicos han sufrido recortes en sus derechos civiles, en sus libertades. Todos conocemos el alcance de esos recortes y todos creemos increíble que los distintos pueblos hayan aceptado ese hecho. Pero lo que olvidamos es que los pueblos NO aceptaron esos recortes, fueron sus representantes, aquellas personas a las que ellos confiaron la defensa de sus intereses, quienes lo hicieron. Y que sus representantes hayan podido hacer esto fue posible gracias a la imposibilidad que tienen los ciudadanos de un Estado, cualquier Estado, de decirles a sus “representantes” lo que han, o no han, de hacer. Después de todo preguntémonos ¿A quién representan los políticos que ocupan cargos públicos?

En su discurso sobre el “Estado de la Unión” el presidente Obama mencionó en varias oportunidades a los lobbies, los lobbies son grupos de presión conformados por representantes de empresas de distintos sectores de la industria que presionan a los políticos para que les apoyen o aprueben medidas destinadas a favorecerlas. Nuestras actuales condiciones medioambientales, de salud, de seguridad, etc., han sido aprobadas siguiendo la necesidad o los intereses de esos lobbies, no de la gente que encumbró a un político en tal o cual cargo público. Los políticos dependen de estos lobbies para conseguir el dinero necesario para llevar adelante una campaña más o menos exitosa.

¿Y esto por qué? Porque salimos de la falsa idea de democracia que hoy tenemos, la que nos inculcaron y nos decía que cualquiera puede ser presidente o primer ministro de un país cuando en realidad eso es mentira. Verdad sería decir que cualquiera con el apoyo económico necesario puede ser presidente o primer ministro de un país, más no un cualquiera sin apoyo. La posibilidad de que existan partidos políticos capaces de invertir más de 100 millones de dólares en su campaña y de que existan partidos políticos que no puedan invertir ni 10 millones de dólares ya nos significa que la democracia como sistema de gobierno ha dejado de ser algo posible de ejercer en la actualidad. Sería democracia si en lugar de la potencia económica lo que valiera fuesen las ideas, los objetivos y los principios. Pero nada de eso cuenta hoy en día, hoy en día cuando los distintos partidos políticos se manejan con el dinero que pueden invertir en publicidad. Hoy podemos decir que serás, o no, el líder máximo de tu Estado siempre y cuando cuentes con el dinero necesario.

¿Es esto cierto? Sí, lo es, y basta con seguir las relaciones estadísticas para comprobarlo. Por otra parte ¿Cómo se le puede exigir a Obama que cumpla con sus promesas? No se puede, es imposible, solo es posible decir que no las está cumpliendo manifestándose, pero ni eso cuenta hoy en día, cuando la televisión está en manos de pocas empresas que vigilan y cuidan por sus intereses. Para esto solo nos hace falta recordar el distanciamiento que existió entre determinados medios de prensa españoles con quien ocupa la dirección del Estado cuando no fueron satisfechos sus intereses.

Esto nos lleva a las siguientes conclusiones:

1. Los dueños del dinero son los que deciden que leyes han de ser aprobadas.
2. Los dueños del dinero son los que tienen acceso directo a quienes gobiernan, por lo que son los que deciden el futuro de un Estado.
3. Los dueños del dinero son los que deciden de qué libertades puede gozar un pueblo.
4. Los dueños del dinero son los que nos muestran a qué enemigo hemos de temerle, y los que nos dicen que leyes necesitamos para combatirlo.
5. Los dueños del dinero son los que deciden quien nos gobernará en el futuro, habiendo comprado ya a quien nos gobierna en el presente, etc.

Piensa mal, pero piensa, piensa bien, pero piensa, razona, contrapone, investiga, deduce ¿Quiénes son los beneficiados por las últimas leyes que se han aprobado en vuestro país?

Las empresas.

Los ciudadanos de a pie somos, simplemente, quienes mantenemos los costos de funcionamiento de este latrocinio sin visos de final.

¿Deseas que tu hijo esté obligado por ley a trabajar diez o más horas diarias? ¿No? Entonces lucha. El bienestar de una generación depende siempre del compromiso político de la generación que le ha precedido.

Siempre.

Y eso puedes comprobarlo con un sencillo repaso de nuestra historia. Y cuando digo nuestra historia digo la historia de la humanidad.

El fin de la libertad (Documental)


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