domingo, 25 de noviembre de 2007

¿tu también bruto?


El autor de la bitácora De vuelta y media ha recibido un mail de un estudio de abogados que representa a la empresa de publicidad Vuelta y media de la ciudad de Alicante para que en el plazo de una semana cambie el nombre de su bitácora so pena de verse envuelto en una demanda legal por infringir la ley de marcas y la ley de competencia desleal. Sin embargo, un dominio no es una marca. Haber registrado el dominio http://www.vueltaymedia.com/ no prohibe que se registre el dominio http://dvueltaymedia.blogspot.com/ ya que ambos son diferentes, no se prestan a confusión, no entran en competencia en cuanto al producto que ofrecen y uno de los interesados no tiene ánimo de lucro, ni fin mercantil, ni nada que lo haga proclive a ser amenazado por haber infringido las leyes de marras.

Que sea una agencia de publicidad la que amenace con iniciar esta demanda le da un tinte kafkiano a este asunto, más cuando esta intente explicar a quien sea en que la perjudica la existencia de un blog llamado de vuelta y media, cuantos negocios ha perdido por su culpa y cuanto dinero ha ganado este blog al "explotar comercialmente" su nombre cuando el blog mencionado NO tiene ánimo de lucro.

Me pregunto, y esto seguramente será padre de alguno de esos post caídos del catre que suelo escribir, si a los jueces los eligen por su falta de sentido del humor o si no les importa correr el riesgo de que se mueran del ataque de risa que podría causarles el recibir una demanda de este tipo.

cuando cien es más que mil

En la actualidad hay innumerables agrupaciones que defienden distintos ideales. Entre ellas podemos encontrar algunas encomiables, que defienden la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer o que intentan impulsar la toma de conciencia acerca del calentamiento global mientras que también es posible encontrar otras que mantienen ideales segregacionistas y xenófobos, algunos hasta violentos. Sin embargo ambos tipos de agrupaciones pueden definirse como grupos de presión y sus maneras de actuar poseen muchos puntos de contacto. ¿Qué son los grupos de presión? ¿Cómo actúan? ¿Cual es su mecanismo? De esto trata el siguiente post.

La estructura de poder de un Estado cualesquiera no concluye con la simple enumeración de quienes lo ejercen formalmente sino que también ha de tenerse en cuenta que contraponiéndose a ellos existen otros poderes o contrapoderes que a través de los distintas formas de presión (pública, económica, armada, etc.) influyen en el poder formal. Estos contrapoderes del poder formal reciben el nombre de grupos de interés y pueden diferenciarse, según actúen desde dentro o fuera del ámbito gubernamental, en interiores, conocidos como factores de poder, y exteriores, llamados grupos de presión.

En la práctica, todo factor de poder o grupo de presión comienza como grupo de interés pasando a ser uno de estos a partir del momento en que comienzan a realizar actividades destinadas a influir en la estructura del poder formal.

La forma de actuar de los grupos de presión es visible, a través de medios de prensa, manifestaciones callejeras, marchas, etc. mientras que en contrapartida los factores de poder internos al gobierno son nada o poco visibles.

Mancur Olson (1932 – 1998), economista y sociólogo estadounidense propuso que "sólo un incentivo individual y selectivo estimularía a una persona racional de un grupo latente a actuar con un espíritu grupal", es decir que los individuos actuarán colectivamente para obtener bienes privados y no bienes públicos.

En “El nacimiento y declive de las naciones” desarrolla, entre otras, la hipótesis de que en todos los países tienen, con el tiempo, a aparecer pequeños grupos que tendrán los incentivos necesarios como para formar grupos de presión para intentar influir en la política a su favor sin importar si comprometen, o no, el desarrollo económico del estado.

Es decir que según Olson el interés de los grupos de presión se caracteriza por ser de carácter privado, es un sistema a través del cual un pequeño grupo de individuos puede conseguir imponer sus necesidades y deseos a la totalidad de una población. Olson trabaja más sobre los grupos de presión de índole económica que sobre los grupos de presión de índole idealista, la diferencia entre ambos es que los primeros buscan un beneficio puramente económico (sindicatos, asociaciones empresariales, etc.) mientras que los segundos procuran, en la teoría, promover beneficios trasladables a una gran parte de la población (ecologistas, feministas, etc.).

Estos grupos suelen utilizar un discurso maniqueísta, blanco o negro, sin matices. No discuten sus ideas, las mismas se elevan como verdades inapelables por lo cual no hay forma de negociación posible. Estas con ellos o contra ellos. A diferencia de los grupos de presión económica los miembros de los grupos de presión idealistas encuentran otro tipo de beneficios privados, como por ejemplo la de ser referentes sociales, tener un objetivo o meta personal e intransferible y otros beneficios de tipo sicológico.

Esta forma de pensar les da una firmeza comparable a la de los primeros mártires del cristianismo. Como sabemos, saberse dueño de la verdad es una característica que transforma a las personas, poco a poco, en fanáticos. Al igual que el fascismo, demoniza al contrario siendo el contrario todo aquel que no apoya sus ideas. Son sectarios, tienen a adoptar una estructura en la cual un grupo pequeño, a veces un grupo de afinidad, desarrolla y decide que se hará mientras que el resto de sus integrantes, ajenos a este núcleo, son usados como piezas sin poder de decisión o influencia interna.

Con el tiempo, estos grupos suelen ser infiltrados por personas que buscan un trampolín para alcanzar a satisfacer sus necesidades de trascendencia personales. Muchas personas han accedido a cargos políticos luego de haber militado en grupos de presión. También en muchos de sus integrantes, especialmente los del núcleo directivo que establece las metas y las estrategias para alcanzarlas, se despierta esta ambición política y buscan, a través del apoyo del grupo de presión al cual pertenecen y la relevancia pública alcanzada con la militancia, acceder a cargos eleccionarios.

Indudablemente, si se analizan los hechos de manera fría y objetiva, se deduce que a los grupos de presión idealistas no les interesa la opinión de la mayoría. Simplemente están convencidos de que su accionar es en beneficio de la mayoría esté, o no, de acuerdo esta mayoría. Si bien no son multitudinarios controlan un caudal de votos que, aunque no permiten ganar una elección, sí permiten decidirla (tengamos presente que las elecciones se deciden por un porcentaje de votos que ronda, normalmente, el 5%).

La coherencia entre sus miembros, la fidelidad a las decisiones del núcleo director, explica que sus integrantes acostumbren obedecer las directivas de estos, es decir que si el núcleo central ordena votar por un determinado candidato que, al menos en apariencia, apoya los ideales del grupo o se manifiesta comprometido con ellos un altísimo porcentaje de los miembros del grupo así lo hará, ya que aunque la ideología política del candidato (socialismo, conservadurismo, etc.) no coincida o sea totalmente opuesta a la ideología política particular de algunos de sus miembros estos están dispuestos a sacrificarla en beneficio de los objetivos del grupo.

Por esta razón, la estructura de poder formal suele satisfacer las demandas de los grupos de presión para asegurarse su apoyo, aún cuando estas demandas sean contrarias al interés o a las necesidades económicas del mismo Estado. En algunos casos, las demandas de los grupos de presión son lógicas y beneficiosas para la mayoría de las personas (podemos enumerar entre ellas las conseguidas por las feministas, el movimiento ecologista, el movimiento por los derechos humanos, etc.), pero dado que el grupo de presión subsiste siempre y cuando posea una meta que alcanzar, con el transcurso del tiempo y de las victorias se ven obligados a fijarse metas no solo más ambiciosas sino también más dictatoriales (la ley seca en los EE.UU. es el más claro ejemplo de esto).

Por ello, siempre es conveniente tener en cuenta que el principio de la mentalidad de los grupos de presión es el de “nosotros tenemos la verdad, ellos están equivocados” y que la ausencia de matices, la no aceptación de que el otro tenga una parte de razón o verdad en su pensamiento es la forma de actuar que caracteriza el pensamiento absolutista y que el pensamiento absolutista genera, a la postre, más males que beneficios.

viernes, 23 de noviembre de 2007

El tercero autoexcluido


Durante muchos años de mi vida me he comportado como el tercero autoexcluido. Tenía compañeros, salíamos juntos de ronda pero jamás participé de sus guarrerías y gamberradas sino que parecía observar todo, incluyéndome a mí, desde afuera, de una manera similar a la que cuentan aquellos que se mueren sin morirse. Tampoco contaba nada de lo que hacía, sino solo lo que pensaba. Para muchos de mis conocidos mi vida es casi un reino de sobre-entendidos (lo que a veces lamento) más que de certezas. No solía hablar de mujeres o cosas por el estilo y recién le dije a mi madre que estaba de novio, presentándole a la interfecta cuando supe que posiblemente me casara con ella (con la interfecta, no con mi madre).

Esa condición más la de ser una especie de hombre de goma que se amoldaba a cualquier hueco, resquicio, situación y circunstancia me permitieron meterme en lugares vedados para algunos. En muchos de los sitios por los que solía andar yo era “el otro” pero pese a serlo jamás me convertí, gracias a dios, en un chivo expiatorio de los males ajenos. También poseo un elevado sentimiento de autocrítica pero más sobre lo que pienso, sobre mi manera de pensar, que sobre lo que hago (de otra forma no me hubiese atrevido jamás a escribir poemas o post de este tipo), tengo, por así decirlo, dos principios básicos: “Nadie posee la verdad” es el primero y el segundo “cuando más amplio el criterio más profundo alcanzas a mirarte”.

Por esto, muchas veces, re-examino lo que digo o pienso para ver si no me he equivocado o si he pecado de necio, cuando generalizo, por ejemplo, sé que me he equivocado y trato de volver atrás en mis pasos aunque no siempre lo consiga.

He pedido muchas veces perdón y jamás he pedido a nadie que se disculpe conmigo, creo en el poder de decisión de mis semejantes y ellos sabrán decidir si han o no han de darme sus disculpas. Creo en dios, en un dios muy a mi manera, un dios que mira y piensa y jamás juzga ni interfiere. Un dios bastante cómodo, por cierto, al que veo como a un padre comprensivo y no como a un dictador autoritario.

No soy ni machista ni feminista, creo que la mujer es exactamente igual al hombre excepto en el hardware que utilizamos para el sexo, ni ellas ni nosotros somos mejores, solo iguales y como tal las trato. También evito caer en arquetipos aunque a veces no lo consigo porque, después de todo, el pensamiento humano es paradigmático.

No creo en la violencia como solución ya que generalmente crea más males que el mal que supuestamente soluciona, no creo que “ser iguales a los ojos de dios” obligue a todos los humanos a tener los mismos gustos, las mismas preferencias. No creo en la fronteras porque el mundo es uno y todas las fronteras son una creación humana destinadas más a definir el lugar “que es nuestro” aunque vender la tierra tenga tanto sentido como comprar un planeta. La antigüedad solo nos da derecho a ser viejos pero jamás podría ser considerada como una razón lógica para extender títulos de propiedad o cosas por el estilo.

Formé mi criterio a una edad a la que los demás ya lo poseían, por eso aún puedo ampliarlo, me gusta aprender, leer y discutir sobre lo leído y aprendido.

No creo en el tiempo como dimensión real, lo considero más una creación humana que permite vender agendas, también creo que la mayoría de los legos que explican la Teoría de la Relatividad no la han comprendido cabalmente, pero esto es relativo.

Soy el que soy y así me admito. Diré lo que quiera decir y hablaré de lo que quiera hablar porque no concibo otra manera de hacer las cosas. Me equivocaré tanto como cualquiera y pediré perdón porque es correcto pedirlo y volveré a escribir y meter la pata porque es la única forma de aprender que he conocido. Los errores enseñan, los aciertos hacen que nos pensemos infalibles.

Tómese esto como una declaración de principios.

jueves, 22 de noviembre de 2007

el menos común de todos los bienes


Este texto nace como respuesta a un post en el blog Im-Pulso, de Félix Soria, y decidí trasladarlo aquí por corresponderse con la temática que deseo tratar en Espejos y Dragones al que he tenido un poco abandonado. Afortunadamente existen personas como Félix que actúan como disparadores del pensamiento con sus escritos más allá de que se coincida o no con su punto de vista. Por mi parte, la mayoría de las veces coincido.

La glorificación del Estado y la estructuración de su poder bajo un modelo totalitario, que interviene de manera absoluta en todas las actividades de la vida socioeconómica (educación, política, economía, cultura, etc.) de una comunidad o nación, colocando a todos sus componentes bajo un régimen colectivo donde desaparece el individuo como centro de la actividad política para reemplazarlo por un Estado cuya única misión es lograr un ideal por el cual todos los individuos han de sacrificarse, de ser necesario, para alcanzar los objetivos y metas que conducirán a engrandecerlo es un somero resumen del modelo fascista.

Sintetizando más, todas las libertades y derechos de los individuos se subordinan a las necesidades del Estado y es el engrandecimiento del Estado el supremo objetivo de la nación. Desde este punto de vista no existen los derechos individuales inviolables sino que todos son sacrificables de acuerdo a las necesidades del momento.

Ahora, existe una manera encubierta de fascismo que se basa en reemplazar la palabra Estado por "bien común". En este caso, los derechos inviolables de los individuos pueden ser sacrificados si el "bien común" lo exige, una muestra de ello es la Patriot Act en los EE.UU.

Si tenemos en cuenta que el poder del Estado emana del individuo que delega, a través del voto, la autoridad necesaria para administrar el territorio bajo su responsabilidad, debemos aceptar que ningún individuo y ni uno solo de los derechos del individuo es sacrificable por parte del Estado. Es decir que por ninguna razón un Estado debería poder, por ejemplo, limitar el libre tránsito de una persona dentro de sus fronteras a menos que esta persona haya faltado a la ley, vista la ley como un pacto de convivencia realizado y aceptado por todos (o la mayoría de esos todos).

Sin embargo y poco a poco el Estado va introduciéndose en áreas que no solo no son de su competencia sino que, la mayoría de las veces apelando a la razón, pasan por encima de los derechos individuales. ¿Ejemplos?

El Estado puede exigir a las empresas fabricantes de automóviles que sus productos estén provistos de todos los sistemas de seguridad conocidos, pero no puede obligar al individuo a utilizar estos productos mientras no afecte a la seguridad de los demás. Cuando una ley nos obliga a colocarnos el cinturón de seguridad amenazándonos con una multa se está invadiendo, por parte del Estado, el derecho a decidir del individuo por más que esta ley parezca acertada y conlleve a cumplir los superiores objetivos del "bien común" (léase Estado). Este tipo de cosas, razonables y lógicas en una primera lectura, van acostumbrando al individuo de una forma tal que este deja de percibir el avance del poder del Estado sobre sus derechos y lo hace más propenso a aceptar nuevos avances como algo natural.

El individuo tiene el derecho inalienable de decidir sobre su vida, también tiene derecho a una vida digna y el derecho a una vida digna conlleva en sí el derecho a una muerte digna pero esto, la eutanasia y la eutanasia asistida, no es admitido por casi ningún Estado.

Hemos olvidado que la Nación no es el territorio, sino cada una de las personas que conviven en ella, y digo conviven porque quienes rompen las normas legales viven pero no conviven por lo cual la sociedad los separa sin, por esto, tomar venganza (lo que quita sostén a la pena de muerte).

Este tipo de cosas van introduciendo en el sentido común la forma de pensar característica del fascismo. Se subordina todo a un utópico "bien común" que no se encuentra definido ni tiene entidad por si mismo sino que posee la entidad que cualquiera quiera darle en un momento determinado.

Es decir que el "bien común" puede ser en determinado momento el impulsor de un fin noble pero también puede ser el impulsor de conductas xenófobas y belicistas.

Por esto, muchas personas que se creen alejados de lo que implica la palabra fascismo pueden llegar, sin darse cuenta, a tener actitudes fascistas y votar a quienes se expresan de esta manera. Realmente están convencidos que la lucha por el "bien común" justifica los medios que se utilicen para alcanzarlos, después de todo, los grupos de presión, a los que tanto estamos acostumbrados, que luchan para conseguir determinados objetivos no se diferencian demasiado del accionar fascista.

Y estos grupos de presión no son todos malos, como los que hicieron la manifestación xenófoba que motivó uno de los post de la bitácora Im-Pulso, sino que algunos persiguen fines nobilísimos. La satanización de las empresas contaminantes, por ejemplo, es usada por los grupos ecologistas. La satanización de los fumadores es usada por los que promovieron y promueven la ley antitabaco.

Y es este aprendizaje el que permite que muchos acepten lo inaceptable.

Pero, indudablemente, el "bien común" sea lo que sea jamás se conseguirá con el sacrificio de los derechos ya sea de pocos o de muchos.

Que el Estado se construye desde el individuo y no el individuo desde el Estado es algo que siempre deberíamos tener en cuenta si deseamos evitar el totalitarismo.

jueves, 8 de noviembre de 2007

that is the question

Uno acostumbra escuchar porque alguna vez supo descubrir que escuchar es bueno, permite aprender, conocer otros puntos de vista, ampliar su criterio. Uno descubre en algún momento de su vida que quienes han de hablar son los maestros, que los alumnos han de escuchar y que ese es el camino a la sabiduría. Luego, uno pierde la fe en la sabudaría y comienza a cuestionar muchas cosas que le han enseñado, pero igual sigue escuchando y manteniendo su opinión escondida, en secreto, apenas si la comenta en su círculo de amigos más íntimos. Al fin, lo que ha de explotar explota, y uno habla.

Uno habla de distintas maneras. Se puede hablar con la voz o con la palabra escrita, se puede dialogar o hablar a multitudes. Se habla no solo para enseñar lo que uno cree haber aprendido, sino para contrastar lo que se cree saber con lo que otros creen saber y de ese contraste se puede extraer un nuevo aprendizaje. Pero este aprendizaje no está basado en la autoridad, sino en el intercambio de ideas y opiniones que suman o restan a determinadas estructuras de pensamiento. De la mayor o menor flexibilidad del pensamiento depende si esa estructura evoluciona, crea anticuerpos para evitar los nuevos conceptos, o directamente trasmuta a una nueva forma de ver las cosas.

Suelo leer mucho en otros blogs y hace poquísimos días he leído un artículo en la bitácora Im-Pulso acerca del abandono que el gobierno de los Estados Unidos ha hecho de determinados servicios , el artículo se llama EEUU: El socorro eficiente solo es para los ricos y aconsejo leerlo.

El artículo trata acerca de como por razones de presupuesto, el gobierno de los EE.UU. ha tenido que recortar los gastos en determinados servicios públicos para orientar lo ahorrado hacia el sostenimiento de sus tropas en Irak, lo que dió origen a una serie de comentarios en los cuales se planteó un disenso entre algunos que sosteníamos (y sostenemos) que los estados democráticos tienen la obligación de garantizar el acceso a la educación, a los servicios de salud y garantizar en lo posible la seguridad de aquellos que viven en el territorio que controlan contra la opinión de otros que afirmaban que pedir eso era solicitar un estado del tipo paternalista y que los servicios de salud, educación y seguridad estarían mejor en manos privadas.

El problema que se plantea, entonces, es el siguiente: ¿si el estado no garantiza el acceso a un servicio de educación gratuito, si no garantiza el acceso a un servicio de salud gratuito, si no ofrece un servicio de seguridad gratuito, para qué cobra impuestos? ¿Cuál es la función del estado moderno, que es lo que debe hacer, a que debe dedicar sus esfuerzos?

Esa es la cuestión a contestar. De la respuesta será posible deducir un cúmulo de nuevas cuestiones, como suele suceder casi todas las veces que se plantea una pregunta de este tipo, que nos permitirán, quizás, comenzar a delinear las obligaciones y responsabilidades de los estados democráticos del siglo XXI.

domingo, 4 de noviembre de 2007

deja que entre el sol

No sé si alguien de los que andan leyendo por allí recuerda la movida estadounidense por la guerra de Vietnam, ni si recuerdan, o vieron, la película Hair. Siempre he creído que en aquellos tiempos fue cuando el gobierno estadounidense descubrió los inconvenientes que podía traer un pueblo que no solamente estuviese educado, sino también informado. Era muy común la reunión de chicos quemando las papeletas de convocatoria a filas, las huidas al vecino país de Canadá, y las revueltas estudiantiles algunas de las cuales terminaron en auténticas balaceras donde miembros de la guardia nacional dispararon contra grupos de estudiantes universitarios desarmados que realizaban una protesta antibélica en la Kent State University en Ohio allá por el 4 de mayo de 1.970.

Desde esos tiempos hasta el día de hoy la educación general que han recibido los ciudadanos americanos ha ido decreciendo en calidad, llegando al nivel de que más de la mitad de ellos no pueden ubicar a los Estados Unidos en un mapa. ¿Por qué esto?.

La lección aprendida por quienes conformaban el gobierno en aquel entonces rindió sus frutos, es más fácil tergiversar los hechos, mentir y guiar a donde se desee a un pueblo mal educado y mal informado que a un pueblo educado e informado correctamente. Por eso solemos ver en las encuestas que suelen realizar los estadounidenses que tal o cual presidente tienen el apoyo del pueblo para invadir tal o cual país. ¿Es es lógico?. Si miramos este video que muestra el grado de educación y cultura de los americanos (subtitulado en castellano para quienes no sepan inglés), hallamos la razón de que hasta las más tontas y menos sutiles de las razones permitan a un presidente arrasar a países que el pueblo estadounidense ni sabían que existían a sangre y fuego.

Y digan lo que digan, eso no es democracia. No podemos hablar de democracia en un país donde la mitad de sus ciudadanos duda, piensa y se equivoca, cuando tiene que ubicarlo en un mapamundi.

También agrego a este comentario imágenes correspondientes a la película Hair, una representante de aquellos tiempos en los cuales el pueblo estadounidense aún obligaba o intentaba obligar a sus mandatarios a seguir el camino correcto.




sábado, 3 de noviembre de 2007

en defensa de lo simple

¿Qué es lo que permite que un tren se mueva? Por empezar, la existencia de una vía, luego, el principio de acción y reacción formulado por Isaac Newton, la rueda, un conductor y por último un motor. Básicamente un tren es eso y quitando lo de Newton y agregando el chu-chu, aunque ya no quedan trenes que hagan chu-chu, es como solemos explícarselo a un niño. Y el niño nos entiende tanto, que si lo llevamos junto a una vía y ve pasar un tren lo señala y dice "¡mira papá! Un tren". ¿Es necesario conocer todos los vericuetos técnicos que conforman el sistema de propulsión de un tren para poder identificarlo? No, eso solo nos permitiría clasificarlo y aún así nos basta saber con que combustible se le impulsa sin necesidad de saber los artilugios que aprovechan la energía producida por este combustible. Vemos el mundo de manera simple, sin embargo no nos damos cuenta. Vemos al mundo a través de paradigmas esquemáticos que hemos ido estableciendo en nuestra inteligenca, es el paradigma lo que nos permite entender un garabato como un ser humano, asociar un cuello largo a una jirafa, sentir un ruido y asociarlo a un hecho.

Por supuesto, el paradigma no nos libra de cometer errores, pero facilita y agiliza nuestra comprensión de las cosas, nuestra capacidad de absorber y ampliar nuestro almacén de paradigmas se llama aprendizaje, la facilidad con la cual aceptamos e incorporamos un nuevo paradigma puede llamarse adaptabilidad si es elevada o inadaptabilidad si es escasa.

La posición de quien intenta comprender para usar es muy distinta de la posición de quien intenta comprender para fabricar o crear. Al primero le bastan con los principios básicos que definen una cosa al otro le es necesario meterse en el mecanismo de la cosa para intentar o bien reproducirla o bien mejorarla.

Ahora veamos un ejemplo de paradigma. Uno de los esquemas más básicos que tenemos es el de asociar la luz al día y la oscuridad a la noche, sin embargo existe la luz artificial y de noche también hay luz, el ser humano entonces asocia el día a la presencia del sol y la noche a su ausencia y se acostumbra a este hecho, es decir, incorpora una modificación a su paradigma. En cambio algunos animales no, su esquema le sigue diciendo que la luz es día, que la falta de luz es noche. Esa es la razón por la cual los criaderos de gallinas ponedoras tienen la luz encendida todo el tiempo. Para la gallina si hay luz es de día y entonces se alimenta y pone más huevos.

Sin embargo veamos otro paradigma pero de distinta manera. Una persona A mata a una persona B ¿Qué ha sucedido?
--Pues, ha ocurrido un
asesinato-- dice un observador.
--No -- dice otro--, es un
homicidio...
--¿Cuál es la diferencia entre asesinato y homicido?-- pregunta el primer observador.
--Que el homicidio es matar a una persona pero el asesinato es matarla con alevosía y premeditación, entre otras cosas--, responde el segundo observador.
--¡Ah! --Dice el primero--, el asesinato es como un homicidio pero agravado.
--No --dice el segundo observador--, son dos delitos distintos...

¿Ven? Ya la complicamos. Esta es nuestra naturaleza, complicar las cosas, y ese es también nuestro error, tendemos a abrir mil ramas para intentar explicar un fenómeno con, por lo general, el único y puro motivo de tener la razón.

¿Otro ejemplo? Allá vamos ¿Qué es la inflación? La inflación, originalmente, era la pérdida de valor del dinero por falta de respaldo. Ejemplo. Tengo un millón de onzas de oro y emito un millón de billetes, cada billete vale, por lo tanto, una onza de oro. Luego, por razones que no vienen al caso emito otro millón de billetes por lo cual cada billete pasará a valer media onza de oro ¿Lógico no? Pero hoy día los billetes no tienen patrón oro ni ningún otro patrón, se emiten sin respaldo, es decir que si hemos reemplazado uno de los factores que componían la
razón billete (cantidad de oro/cantidad de billetes=valor del billete) también ha de cambiar el resultado de esta razón. ¿Qué es la inflación, entonces, en la actualidad? Podemos decir que la inflación es la medida de la confianza de la gente en la moneda emitida por el Estado ¿Sencillo no? Pero si se le pregunta a un economista este les dirá que el valor de la moneda está regulado por las leyes de la oferta y la demanda y que cuando la oferta de billetes supera la demanda el valor de este billete disminuirá (tal y como está pasando con el dólar hoy). Nosotros preguntamos qué es la inflación, ellos nos responden con el mecanismo de la inflación.

Es lo mismo que si un niño nos pregunta ¿Qué es un tren? Y le contestamos con todos los detalles técnicos que constituyen un tren. Aparte de interminabe, la respuesta dejaría al niño con dolor de cabeza.

Las cosas son simples, siempre lo son ¿Ejemplo otra vez? Vamos para allá. Si todos los diarios de España dijeran a un tiempo que el sistema bancario español está al borde de la bancarrota la gente creería esto y se produciría la debacle bancaria. ¿Importan los mecanismos de este hecho? Seguramente a un estudioso de sociología sí, a él le interesa saber porque la gente reacciona de una determinada manera pero cualquier persona respondería que obramos así porque tenemos miedo.

Este mecanismo, tan sencillo, explica miles de cosas. La xenofobia, por ejemplo, se consigue haciendo creer a la gente que los imigrantes vienen a dejarlos sin trabajo porque son "mano de obra barata". La discriminación se consigue diciendo que tal o cual colectivo es típicamente mafioso (gitanos, por ejemplo).
Hitler consiguió que se le votara descargando la culpa de los males de Alemania en las espaldas de los judíos y los comunistas, entre otros. Si despertamos el miedo hacia algo, la gente reaccionará contra ese algo. Es simple, fácil de entender y muy utilizado.

En los EE.UU se ha conseguido aprobar una ley tan anti-democrática como la
Patriot Act gracias al miedo al terrorismo. Las cosas que se pueden hacer bajo esta ley son propias de un estado despótico pero casi nadie se atrevió a hablar contra ella en su momento porque desde los medios de comunicación y porque la propaganda gubernamental planteó las cosas como un ellos o nosotros. No les costó mucho, simplemente cambiaron uno de los enemigos de la guerra fría por otro. en lugar de la ecuación Mundo Libre o Comunismo tenemos la ecuación Mundo Libre o Terrorismo. A iguales factores de la razón igual resultado (alguien recordará el Macarthismo ¿No es así?), reducción la libertad individual, mantenimiento de los gastos de defensa, etc.

Es el planteamiento de ellos o nosotros lo que despierta el miedo, algo simple de entender, y el entenderlo facilita el evitar la manipulación. Pero no es tan fácil descubrir la rama correcta si nos dan todo un árbol y mucho menos si nos dan todo un bosque. De allí que surjan esas falsas diferencias entre homicidio y asesinato porque el asesinato es, inexorablemente, un homicidio (la palabra homicidio tiene sus raíces en la frase "
hombre caído") Luego sí, podemos plantear todas las diferencias que se nos ocurran partiendo de este tronco común para determinar la pena más apropiada al tipo de homicidio cometido. La letra pequeña en los contratos ¿Para que sirve? Para desanimar de leerlas a quien ha de firmarlo, esa es su intención, no la de ahorrar espacio como supuestamente se cree, sin embargo todos los jueces aceptan que existan letras pequeñas en los contratos y suponen que la obligación del firmante es haberla leído. ¿No debería ser la obligación de quien hace ese contrato utilizar siempre el mismo tipo de letra? A porpósito, los grandes hombres de negocios exijen contratos sin letras pequeñas pero en el caso de tener que analizar uno, es lo primero que leen.

--Los candidatos a presidente deberían estar obligados a cumplir sus promesas electorales --, dice alguien.
--¡Ah! No es tan simple--, le responden. ¿Por qué? Porque esa es la única forma en la cual pueden llegar a ser presidentes ciertos candidatos, sino todos, además, les obligaría a prometer solo aquello que son capaces de lograr con lo cual no dejarían a nadie contento.

Las cosas se complican no accidentalmente, en la ley se complican para dejar puertitas abiertas que aprovechar para romperla, cuando más complicada la ley más fácil darle más de un interpretación, la obligación de un abogado no es procurar que se haga justicia, sino procurar que su defendido quede libre utilizando todas las herramientas legales a su alcance, y esto es de conocimiento general. Los impuestos se complican para que el hombre común no pueda seguirles el rastro, es muy difícil que un ciudadano de cualquier país sepa, fehacientemente, cuanto está pagando para mantener el Estado.

Complicar los hechos permite tergiversarlos y hacerlos decir lo que en verdad no dicen y queda para el ciudadano de a pie el caminar por el bosque hasta encontrar la única rama que no produzca un fuego fatuo.

Y esa tarea, para muchos, adopta el color de lo imposible.

jueves, 1 de noviembre de 2007

cuando gran hermano no sea solo un juego

¿Sería correcto afirmar que estamos presenciando el desborde de las funciones del Estado? En un principio la función del Estado era el prevenir ataques contra la vida, la libertad y la propiedad de las personas que lo constituían pero poco a poco fue ampliando su influencia hasta inmiscuirse en prácticamente todas las actividades que se desarrollan en una comunidad.

Actualmente es muy difícil encontrar una actividad humana que no esté regulada por el estado, ya sea directa o indirectamente. Digo que existe una regulación directa cuando existen un conjunto de normas, leyes y reglamentos que regulan el derecho de una persona a realizar una actividad determinada. Desde este punto de vista han de verse como actividades reguladas el conducir, el comercio, las distintas profesiones (medicina, abogacía, arquitectura, etc.). Digo que una actividad esta regulada indirectamente cuando el Estado limita la capacidad de un ciudadano para realizarla o trata de desanimarlo para que no la realice de una manera no explícita (el precio de los cigarrillos y de los combustibles, por ejemplo, son una manera indirecta de disuadir a los habitantes de un lugar de su consumo excesivo y se logra a través de la carga impositiva).

Desafío a los lectores de esta bitácora a encontrar actividades libres del accionar estatal, verán que son escasas y muy pocas.

Ahora bien, poco a poco se ha ido invadiendo la libertad del individuo en procura de lo que se conoce como “bien común”. Se ignora o se desea ignorar que el Estado no ha de inmiscuirse en aquellas cosas que son propias de la decisión del individuo. Esta situación no obedece, como muchos habrán de pensar, a una necesidad de “salvarnos la vida” pese a que nosotros no queramos, sino a dos cosas evidentemente más prácticas y menos éticas:

1. La necesidad de los representantes de los distintos gobiernos de satisfacer las demandas de los grupos de presión para, de esa forma, alcanzar sus objetivos políticos.
2. La aparente necesidad que parecen tener los gobiernos de satisfacer las necesidades de las distintas empresas comerciales instaladas en el territorio que administran.

Recordemos, como ejemplo, lo sucedido en los Estados Unidos cuando se aprobó la ley seca. Por una parte permitió el fortalecimiento de la mafia italiana en el territorio y esto es algo acerca de lo que concuerdan muchos analistas, por el otro al no poder impedir de manera efectiva la distribución de alcohol ilegal y como las bebidas alcohólicas ilegales no estaban sometidas a la supervisión de los organismos de salubridad pública se tuvieron muchísimos casos de envenenamiento por el reemplazo del etanol, el alcohol presente en bebidas como el whisky o el vino por el metanol o alcohol de madera que es sumamente venenoso para el ser humano.

En la actualidad igual embate está sufriendo el consumo de tabaco pese a que por otra parte, existe un accionar que desea impulsar el libre consumo de otras dogas, como la marihuana.

Lo importante no es que se deba dejar, a la larga, de fumar o de beber, lo que es inevitable es inevitable y el decurso actual lo hace inevitable, pese a quien le pese. El problema es que poco a poco vamos admitiendo que el Estado se entrometa en asuntos que no son de su incumbencia. Es deber del estado dar a sus ciudadanos la posibilidad de recibir los cuidados médicos que precise, pero no es deber del estado transformarse en una madre que diga “no salgas que hace frío”. Siendo tremendista, llegaremos al nivel de permitir que el Estado prohíba ciertas actividades deportivas bajo el concepto de que entrañan un riesgo y no estoy hablando aquí solamente del boxeo, sino de todas aquellas actividades que entrañan un riesgo como el alpinismo, el esquí, el automovilismo, etc., sí, ya sé que suena a gilipollez, pero el tremendismo nos permite ver el camino que estamos siguiendo con la suficiente antelación como para corregir el problema.

Supongamos, por otra parte, que el Estado prohíbe el uso del dinero. Esto es posible y se está manejando en ciertos ámbitos. Cada persona sería provista de una tarjeta gratuita, con un código de barras o un chip, que reemplazaría el viejo billete (Ver "El futuro del dinero" de James A. Dorn).

¿Qué ventajas nos traería esto? Por empezar, que todo pagaría el correspondiente impuesto, la evasión no sería posible al quedar todos los pagos registrados de igual manera que hoy los registra un banco cuando uno utiliza su tarjeta de crédito. Cierto tipo de actividades como la compra y venta de drogas, el robo callejero, la mendicidad, el lavado de dinero, serían harto difíciles por no decir que imposibles. Pero esto le daría el poder al Estado de saber en todo momento que es lo que hemos hecho, podría seguir nuestro comportamiento a través de nuestras transacciones, que comemos, que bebemos, que leemos, que servicios usamos, como vamos de un punto a otro de una ciudad sería facilísimo de averiguar, hasta el saber si tenemos un amante quedaría a su alcance.

Por otra parte, el Estado grava con impuestos las actividades con fines de lucro que se efectúan en el territorio que controla. ¿Es esto legítimo? El único impuesto legítimo que podemos encontrar es el impuesto a la renta o el impuesto a las ganancias ya que este impuesto es el único que distribuye de manera proporcional los costes del Estado entre los ciudadanos que lo conforman, además de poder utilizarse para corregir el desfasaje del fenómeno acumulativo de la riqueza o, dicho de otra forma, la existencia de millonarios cada vez más millonarios y de pobres cada vez más pobres. El único impuesto que debería existir sería entonces, el de la renta o ganancias y ese debería ser el impuesto que el estado utilice para mantener sus operaciones. Todo otro impuesto debería ser considerado ilegal, entonces ¿Por qué existen? Veamos.

Si un ciudadano el año fiscal 2.006 hubiese pagado, por ejemplo, el 40% de sus rentas como impuesto y el año fiscal 2.007 debiera pagar el 42% de sus rentas se preguntaría que coño está haciendo el gobierno con mi dinero. Un impuesto sobre la renta, que es directo, permite a la persona controlar la austeridad o no austeridad de sus gobernantes. Por esto se prefiere el impuesto indirecto, que evita que una persona sepa cuanto es realmente su contribución. Si alguien hiciese las cuentas vería que una persona física contribuye a pagar los costos del Estado muchísimo más, porcentualmente, que una gran empresa. Si uno se tomase el trabajo de sumar los impuestos que paga cada vez que compra combustible, y es lícito remarcar que el precio del combustible está conformado por un 70% de impuestos, lo que paga de impuestos al comprar alimentos (el sempiterno IVA), etc., vería que su aporte es en porcentaje, como ya he comentado, mucho mayor que, por ejemplo, el aporte que hacen las grandes empresas petroleras, los bancos, etc.

Y es que la persona común, el ciudadano normal, no tiene representantes que puedan reunirse con los representantes del gobierno para “negociar” estos aspectos. Es muy distinto, como sucedió en Alemania, que la empresa Siemens amenace con irse del país si no le permiten re-introducir la jornada de trabajo de 40 horas semanales sin paga adicional a que un ciudadano común amenace con irse a trabajar a otro lado si el gobierno no le reduce la jornada de trabajo sin afectar sus ingresos.

Pero cuando esto sucede, el equilibrio que debería guardarse en cuanto al aporte de las personas físicas y jurídicas para el sostenimiento de los costos operativos del estado se rompe y presenta un desbalance que poco a poco se hace más elevado hasta llegar al que existe en estos días. Y desafío a que cualquier persona me demuestre que un ciudadano español que gana, por ejemplo, 3.200 euros mensuales no contribuye, porcentualmente hablando, más que el Banco de Santander que declara ganancias de 7.596 millones de euros, aproximadamente.

¿Y por que se llega a esto? Se llega a esto a causa del desborde de la función estatal, que al mismo tiempo que alcanza lugares que jamás debería haber alcanzado se considera con el derecho ¿quizás divino? de gravar y sacar ingresos de todas las actividades que nosotros, sus ciudadanos, llevamos a cabo y de esa forma sostener el clientelismo político y todos sus vicios. Llegamos a esto permitiendo que se satisfagan determinadas peticiones de grupos de presión bajo la base de que es sano, permitiendo que el estado tome nuestras decisiones en lugar de dejar que nosotros las tomemos. Porque la libertad es una calle de doble vía y cuando se restringe o cierra una también la otra se ve afectada.

Pero aprender que nuestros deseos no tienen que ser la ley para todos es algo que llevará muchísimo más tiempo para ser corregido y mientras no se corrijan, seguirá existiendo la manera de imponerlos y dar así vía libre a los excesos.



el ministerio de la memoria

El libro 1.984 de George Orwell trata sobre las aventuras y desventuras de Winston, un funcionario público que trabajaba en el "Ministerio de la memoria". Su trabajo consistía en destruir todo material noticioso antiguo que pudiera usarse para demostrar que el gobierno se había equivocado.

Afortunadamente el "Ministerio de la memoria" aún no existe pero sí existe la intención o pretensión de muchos gentilhombres de echar tierra sobre lo que, en su momento, hicieron o dijeron. El problema al que se enfrentan es la presencia en este mundo de personas que por distintas razones, interés político, personal, lucha contra la hipocresía, etc., se niegan a colaborar con ellos y buscan el camino opuesto, es decir, rescatar lo que dijeron o hicieron del olvido.

Tal es el caso de Marco José López de Dios que por la razón que sea se ha encargado de confeccionar en su bitácora una interesante cronología de dichos y hechos que vinculan al PP con la Teoría Conspirativa sostenida desde distintos ámbitos sociopolíticos acerca del intento de ocultar la vinculación que supuestamente existiría entre ETA y quienes organizaron el atentado del 11-M.

Una de las cosas que más increíbles resultan de todo esto es el convencimiento que determinados políticos tienen acerca de la falta de memoria de las personas que conforman la ciudadanía a la que ellos, supuestamente, aspiran representar.

Supongo que salir y decir "bueno, hemos mantenido ideas equivocadas acerca de la autoría de los hechos ocurridos en nuestro país aquel 11 de Marzo" le duele muchísimo a quien cree gozar del privilegio de ser infalible, sin embargo, decir eso demostraría respeto por la memoria y la inteligencia de los ciudadanos a los que desean representar y que a lo largo de estos años los han visto aparecer en innumerables medios de comunicación dando por sentado que ETA estaba detrás del atentado y que el gobierno de turno quería disfrazar o torcer los hechos.

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