lunes, 2 de marzo de 2020

La necedad creciente.

Hace mucho tiempo, más de un lustro, que no entraba a este blog y aunque no me referiré en detalle a las cosas que me mantuvieron alejado sí puedo decir que eran no solo importantes, sino también insoslayables.
Hoy vuelvo a escribir y espero poder seguir haciéndolo, pero los temas a tratar serán los mismos de siempre aunque, lamentablemente, ciertas cosas me han hecho pensar que el mundo ha dado un giro, rápido e inexorable, hacia el oscurantismo.
Me considero una persona de criterio amplio, más dado a intentar comprender que a negarme a hacerlo, más propicio a buscar lazos de unión para acercar opiniones que a quemar puentes pero, indefectiblemente, todos nos encontramos alguna vez con algo que no podemos comprender ni justificar de modo alguno y eso me ha pasado a mí durante este tiempo.
Precisaré este punto: Puedo comprender que exista gente que no crea que el hombre ha llegado a la Luna y dejado sus huellas en su superficie, puedo comprender que haya quien crea no solo en vida extraterrestre (también yo creo en la posibilidad de eso) sino en que somos visitados por representantes de lejanas civilizaciones y que existen los O.V.N.I., que la gente es abducida y algunas otras cosas. Se puede comprender eso a menos se sea escéptico hasta el fanatismo.
Lo que no me entra en la cabeza es que haya quien crea que la tierra es plana y que acusen a la N.A.S.A. de fomentar una conspiración destinada a hacernos creer que la tierra es esférica.
El solo hecho de que los barcos que salen de la costa este de América alcancen Europa y que los que zarpan de su costa oeste alcancen Japón, Australia o China desvirtúa esta idea, pero mucho más desvirtuada queda cuando se tiene en cuenta que la N.A.S.A. ni siquiera existía cuando el hombre descubrió la esfericidad del planeta ¿O acaso los Reyes Católicos estaban en el ajo y Colón y Magallanes eran seres de otros planetas enviados a confundirnos? ¿Y qué decir de Sir Francis Drake?
También me llenó de incredulidad enterarme de la existencia de un hombre que construye un cohete impulsado por aire o gas comprimido que intenta alcanzar los dos mil metros de altura para comprobar la esfericidad del planeta y se me ocurre que... sería mucho más económico ir al aeroclub más cercano y alquilar un avión para alcanzar esa cota, y no solo sería más barato, sino también menos peligroso.
Extrañamente el auge de la ignorancia no viene solo, sino acompañado por el resurgir de las ultraderechas más reaccionarias. Hasta hace muy poco, España era un país libre de este mal pero hoy ha descubierto que existía en ella, aunque soterrado, y que solo hizo falta que aparecieran unos cuantos monjes negros para que sus representantes se sentaran en el congreso.
¿Por qué sucede esto? Por algo muy simple. Durante años la lucha entre el bloque comunista y el bloque capitalista evitó que la clase dominante se cebara con los dominados, pero caído el muro de Berlín, desintegrada la U.R.S.S. y entrada Rusia y China en el capitalismo la plutocracia pudo, al fin, quitarse la careta y comenzar a extender sus manos sobre todo lo que tiene algún valor para apropiárselo.
Empezó, con la complicidad de la prensa, destruyendo la noción de clase. Gracias a esto, ya no hay unión real entre quienes conforman la clase media, la clase obrera y los más humildes que, junto con los pobres, suelen ser mayoría. Divididos, y hasta enfrentados entre sí sus integrantes, están siendo devorados por la jauría de leones neoliberales que dominan la economía y que, periódicamente, inventan crisis destinadas a concentrar la riqueza en sus manos ¿Cómo lo hacen? Sencillo, ellos crean el problema y los que tienen poco junto con los que no tienen nada pagan el pato.
Solo así se explica que durante los años de crisis pasados el paro haya aumentado y los poderosos vieran aumentar sus ingresos, pero el despedir gente para generar miedo crea también a los esquiroles, algo muy útil cuando se pretende dominar a los económicamente más débiles.
Todo eso no podría haberse hecho sin la complicidad de la prensa que jugaba a poner a la gente en contra de quienes iban a la huelga para defender sus derechos. Así, se ha atacado a los empleados del metro de Madrid y otros que, desesperados al ver como el Estado atentaba contra ellos, decidieron unirse para protestar de forma legítima.
Y díganme ¿Es más difícil aceptar viajar en un vagón no muy limpio que perder la vida o quedar tullido? Porque de preferir vagones limpios a derechos laborales, nuestros hijos deberán salir a luchar nuevamente para recuperar lo perdido y volverán a repetirse las matanzas de Chicago y otros hitos lamentables en la historia del mundo.
Además, si nos apegamos estrictamente a los principios económicos, el gasto de un Estado ocurre cuando el dinero sale de sus fronteras, no cuando queda en su interior. Dicho de otra forma, el Estado no gasta en sanidad, en pensiones ni en seguridad, invierte en ello, y la mayor parte del dinero destinado a cubrir estas necesidades regresan a sus arcas convertidos en impuestos o, en su defecto, generan una riqueza mejor distribuida que la riqueza generada por las empresas privadas.
Porque es de locos pensar que una empresa privada puede ofrecer el mismo servicio a menor costo cuando está obligada, a diferencia de la empresa estatal, a generar ganancias. Como también es de locos creer que la inversión extranjera ayuda a un país cuando en realidad es pan para hoy y hambre para mañana, porque ninguna empresa extranjera invierte en un país si no está segura de recuperar su inversión y obtener ganancias.
Veamos lo que sucede con las entidades bancarias. Resulta que en un principio eran ellos quienes pagaban a sus clientes un cierto interés, nunca muy alto, para hacerse cargo del dinero de estos, hoy día es el cliente quien les paga a ellos.
Pagamos para que nos den la tarjeta de crédito de la misma forma que pagamos el alquiler del medidor a las eléctricas, pero tanto la tarjeta de crédito como el medidor de consumo eléctrico les da dinero a ellos, no a nosotros, no al cliente.
Para nás inri, cobran los kilowats consumidos y la potencia contratada cuando ambas cosas son lo mismo. Dicho de otra manera, utilizamos la energía eléctrica para dar potencia a nuestros aparatos eléctricos, pero las eléctricas nos dicen que han de cobrarte más si utilizas 3,3 kilowats en lugar de 2,2 aunque dicha energía se lleve por el mismo cable y el medidor sea idéntico.
Al mismo tiempo, y esto no hay quien pueda negarlo, Hacienda es taxativo con los deudores pequeños y permisivos con los grandes, para muestra los clubes de fútbol. Y ¿Qué podemos decir de la amnistía a los grandes evasores para que retornaran su dinero a España pagando los correspondientes impuestos? Eso es casi como decir que Hacienda lava más blanco.
Pero basta de irme por las ramas, como comprenderán estoy algo desentrenado después de tantos años en el banquillo, y volvamos a lo nuestro.
Dicho lo dicho ¿Qué puede uno decir acerca de quienes, siendo de clase trabajadora, humilde o media, votan a los liberales? Porque son los liberales quienes recortan en salud, en seguridad y las pensiones, en tanto desean poder privatizar hasta la Moncloa.
¿Qué decir de aquellos que haciendo uso de sus derechos ciudadanos han votado a quiénes parecen decididos, una vez en el poder, a acabar con sus derechos?
Ciertamente, no veo mucha diferencia entre ellos y quienes opinan que la tierra es plana y se esfuerzan para construir un cohete de un millón de dólares para alcanzar dos mil metros de altura con riesgo de perder la vida.
Porque uno puede ser necio en distintos temas, pero si se es necio para una cosa, se es necio para todas, aunque parezcan sabios en conjunto.
Y la necedad es como un agujero negro, una vez creada ya no muere y no se detiene hasta haberlo devorado todo.