Suelo ser un asiduo lector del Blog Ausente, excelente blog que trata de los tebeos y la cultura casposa enseñando sin aburrir, es más, enseñando mientras divierte aunque, por supuesto, lo que enseña no suele servir para aprobar en la ESO pero, al lector un poquito avisado, le permite ver la razón de que se demonice tanto a internet en estos tiempos que corren.
La razón es que se acostumbra a demonizar las nuevas tecnologías y como ejemplo podemos decir que se ha demonizado el ferrocarril, el automóvil, el cine, la radio, la televisión, etc. Aparentemente tememos a lo nuevo, lo nuevo es una fuente potencial de peligro y una forma de luchar contra lo nuevo es aferrarnos a lo conocido, rechazando las nuevas tecnologías, la historia tiene muchos ejemplos de esto.
También se ha demonizado lo que amenaza con romper la estructura social, el sistema de normas que, tácitamente, toda sociedad acepta. Los tebeos, el rock, los programas de violencia en la tv, los videos juegos violentos y, por último, internet, se han visto elevados a la categoría de incentivos de la violencia juvenil, la sexualidad temprana, la desobediencia a los padres, etc.
Resulta casi una tradición que la sociedad reaccione ante estos estímulos implantando la censura, los tebeos, la televisión y el cine han sido objetos de la censura directa e indirecta. En Hollywood existió una ley en la que se determinaba cuanto debía durar un beso para no ser censurable y en otros países se censuraban las escenas de sexo, cuando no se prohibía directamente un filme por temas ideológicos, religiosos, sexuales.
El proceso de demonización es sencillo, se basa en afirmar y afirmar hasta el cansancio que tal cosa incentiva y facilita las actitudes violentas, la depravación sexual, y todo aquello que la gente acepta, normalmente, como negativo, para generar un sentimiento de resquemor social..
Existiendo este resquemor social suelen surgir grupos de presión, como los que originaron la implantación de la Ley Seca en los EE.UU., que exigen a los gobernantes tomar cartas en el asunto, es decir, que controlen o prohíban lo que origina su resquemor.
No importa que sea ridículo que se piense que la razón de que un chico descargue varias de sus armas entre sus compañeros de escuela descanse en internet y no en hechos ajenos a internet, como el Síndrome de Amok, ni que se piense que esa acción haya sido provocada por los videojuegos y no por razones ajenas a los videojuegos. Extrañamente, cada vez que se analizan estos hechos lo demonizado aparece como causa del hecho y no como herramienta al alcance de la persona que había decidido cometerlo.
Es exacto decir que los pederastas aprovechan internet para compartir libremente sus archivos pero si internet no existiera utilizarían medios más normales, como el correo, siendo más indetectables. Increíblemente, Internet permite que por primera vez caigan atrapados pedófilos a granel y en lugar de celebrarla como una nueva herramienta que ayuda a la lucha contra esa parafilia se la demoniza casi como causante de la misma.
Sin embargo Internet permite, por primera vez en la historia, que la gente difunda sus pensamientos de manera libre y a muy bajo costo. Ya no es necesario pertenecer a un medio de difusión como la radio, la televisión o la prensa escrita para que los demás sepan nuestra opinión acerca de determinados asuntos. Por primera vez podemos decir que se goza, ciertamente, de libertad de expresión, que podemos decir y transmitir libremente lo que nos venga en gana sin interferencias del gobierno, de los editores o jefes de prensa, etc.
No solo eso, también podemos conocer y aprender lo que sucede en culturas diferentes a la nuestra y eso nos permite, la más de las veces, analizar lo que sucede en nuestro ámbito.
Y esto es lo que hace a Internet tan peligrosa. Y esto es lo que lleva a algunos gobiernos a tomar la decisión de intentar controlar lo que sucede en Internet y para ello se utilizan distintos pretextos y herramientas. Una de estas herramientas es la demonización, que permitirá implantar el control del estado donde antes no existía.
Resulta extraño, al menos paradójico, que muchos de los que demonizan a Internet pertenezcan a sectores que sufrieron la demonización con anterioridad, personajes del cine, de la música, de la televisión que sufrieron la censura en carne propia hoy procuran que se censure la actividad en la red basándose en distintos hechos, desde el puramente económico hasta el de la prevención de los males que provienen de la red.
Pero la red es una herramienta de comunicación y por lo tanto es neutra. Las conductas desviadas no son causadas por la red, sino por quienes hacen uso de ellas. Su objetivo es comunicar. Se encontraría más razón en prohibir la venta de armas para evitar sucesos como los de Columbine que en intentar prohibir la red con ese fin porque, inexorablemente, quienes llevaron adelante la masacre de Columbine lo hicieron porque disponían de armas, la única herramienta sin la cual no hubiesen podido hacer lo que hicieron.
De la misma forma, Internet es tan responsable de la piratería como puede serlo la Sony, la Phillips o cualquier otra empresa que fabrique herramientas que permitan copiar y reproducir archivos musicales y, sin embargo, empresas como Sony son propietarias de sellos discográficos y fabrican y promueven algunos de sus productos remarcando la posibilidad de compartir archivos musicales que prestan los mismos.
En definitiva, a lo que estamos asistiendo es a un desplazamiento de la responsabilidad gracias al cual la sociedad culpa a una herramienta neutra de los problemas que ella misma crea y este desplazamiento de la autoridad favorece la iniciativa de determinados gobiernos de controlar la red aceptando como cierto que es el origen de todos los males.
La razón es que se acostumbra a demonizar las nuevas tecnologías y como ejemplo podemos decir que se ha demonizado el ferrocarril, el automóvil, el cine, la radio, la televisión, etc. Aparentemente tememos a lo nuevo, lo nuevo es una fuente potencial de peligro y una forma de luchar contra lo nuevo es aferrarnos a lo conocido, rechazando las nuevas tecnologías, la historia tiene muchos ejemplos de esto.
También se ha demonizado lo que amenaza con romper la estructura social, el sistema de normas que, tácitamente, toda sociedad acepta. Los tebeos, el rock, los programas de violencia en la tv, los videos juegos violentos y, por último, internet, se han visto elevados a la categoría de incentivos de la violencia juvenil, la sexualidad temprana, la desobediencia a los padres, etc.
Resulta casi una tradición que la sociedad reaccione ante estos estímulos implantando la censura, los tebeos, la televisión y el cine han sido objetos de la censura directa e indirecta. En Hollywood existió una ley en la que se determinaba cuanto debía durar un beso para no ser censurable y en otros países se censuraban las escenas de sexo, cuando no se prohibía directamente un filme por temas ideológicos, religiosos, sexuales.
El proceso de demonización es sencillo, se basa en afirmar y afirmar hasta el cansancio que tal cosa incentiva y facilita las actitudes violentas, la depravación sexual, y todo aquello que la gente acepta, normalmente, como negativo, para generar un sentimiento de resquemor social..
Existiendo este resquemor social suelen surgir grupos de presión, como los que originaron la implantación de la Ley Seca en los EE.UU., que exigen a los gobernantes tomar cartas en el asunto, es decir, que controlen o prohíban lo que origina su resquemor.
No importa que sea ridículo que se piense que la razón de que un chico descargue varias de sus armas entre sus compañeros de escuela descanse en internet y no en hechos ajenos a internet, como el Síndrome de Amok, ni que se piense que esa acción haya sido provocada por los videojuegos y no por razones ajenas a los videojuegos. Extrañamente, cada vez que se analizan estos hechos lo demonizado aparece como causa del hecho y no como herramienta al alcance de la persona que había decidido cometerlo.
Es exacto decir que los pederastas aprovechan internet para compartir libremente sus archivos pero si internet no existiera utilizarían medios más normales, como el correo, siendo más indetectables. Increíblemente, Internet permite que por primera vez caigan atrapados pedófilos a granel y en lugar de celebrarla como una nueva herramienta que ayuda a la lucha contra esa parafilia se la demoniza casi como causante de la misma.
Sin embargo Internet permite, por primera vez en la historia, que la gente difunda sus pensamientos de manera libre y a muy bajo costo. Ya no es necesario pertenecer a un medio de difusión como la radio, la televisión o la prensa escrita para que los demás sepan nuestra opinión acerca de determinados asuntos. Por primera vez podemos decir que se goza, ciertamente, de libertad de expresión, que podemos decir y transmitir libremente lo que nos venga en gana sin interferencias del gobierno, de los editores o jefes de prensa, etc.
No solo eso, también podemos conocer y aprender lo que sucede en culturas diferentes a la nuestra y eso nos permite, la más de las veces, analizar lo que sucede en nuestro ámbito.
Y esto es lo que hace a Internet tan peligrosa. Y esto es lo que lleva a algunos gobiernos a tomar la decisión de intentar controlar lo que sucede en Internet y para ello se utilizan distintos pretextos y herramientas. Una de estas herramientas es la demonización, que permitirá implantar el control del estado donde antes no existía.
Resulta extraño, al menos paradójico, que muchos de los que demonizan a Internet pertenezcan a sectores que sufrieron la demonización con anterioridad, personajes del cine, de la música, de la televisión que sufrieron la censura en carne propia hoy procuran que se censure la actividad en la red basándose en distintos hechos, desde el puramente económico hasta el de la prevención de los males que provienen de la red.
Pero la red es una herramienta de comunicación y por lo tanto es neutra. Las conductas desviadas no son causadas por la red, sino por quienes hacen uso de ellas. Su objetivo es comunicar. Se encontraría más razón en prohibir la venta de armas para evitar sucesos como los de Columbine que en intentar prohibir la red con ese fin porque, inexorablemente, quienes llevaron adelante la masacre de Columbine lo hicieron porque disponían de armas, la única herramienta sin la cual no hubiesen podido hacer lo que hicieron.
De la misma forma, Internet es tan responsable de la piratería como puede serlo la Sony, la Phillips o cualquier otra empresa que fabrique herramientas que permitan copiar y reproducir archivos musicales y, sin embargo, empresas como Sony son propietarias de sellos discográficos y fabrican y promueven algunos de sus productos remarcando la posibilidad de compartir archivos musicales que prestan los mismos.
En definitiva, a lo que estamos asistiendo es a un desplazamiento de la responsabilidad gracias al cual la sociedad culpa a una herramienta neutra de los problemas que ella misma crea y este desplazamiento de la autoridad favorece la iniciativa de determinados gobiernos de controlar la red aceptando como cierto que es el origen de todos los males.
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