Este texto nace como respuesta a un post en el blog Im-Pulso, de Félix Soria, y decidí trasladarlo aquí por corresponderse con la temática que deseo tratar en Espejos y Dragones al que he tenido un poco abandonado. Afortunadamente existen personas como Félix que actúan como disparadores del pensamiento con sus escritos más allá de que se coincida o no con su punto de vista. Por mi parte, la mayoría de las veces coincido.
La glorificación del Estado y la estructuración de su poder bajo un modelo totalitario, que interviene de manera absoluta en todas las actividades de la vida socioeconómica (educación, política, economía, cultura, etc.) de una comunidad o nación, colocando a todos sus componentes bajo un régimen colectivo donde desaparece el individuo como centro de la actividad política para reemplazarlo por un Estado cuya única misión es lograr un ideal por el cual todos los individuos han de sacrificarse, de ser necesario, para alcanzar los objetivos y metas que conducirán a engrandecerlo es un somero resumen del modelo fascista.
Sintetizando más, todas las libertades y derechos de los individuos se subordinan a las necesidades del Estado y es el engrandecimiento del Estado el supremo objetivo de la nación. Desde este punto de vista no existen los derechos individuales inviolables sino que todos son sacrificables de acuerdo a las necesidades del momento.
Ahora, existe una manera encubierta de fascismo que se basa en reemplazar la palabra Estado por "bien común". En este caso, los derechos inviolables de los individuos pueden ser sacrificados si el "bien común" lo exige, una muestra de ello es la Patriot Act en los EE.UU.
Si tenemos en cuenta que el poder del Estado emana del individuo que delega, a través del voto, la autoridad necesaria para administrar el territorio bajo su responsabilidad, debemos aceptar que ningún individuo y ni uno solo de los derechos del individuo es sacrificable por parte del Estado. Es decir que por ninguna razón un Estado debería poder, por ejemplo, limitar el libre tránsito de una persona dentro de sus fronteras a menos que esta persona haya faltado a la ley, vista la ley como un pacto de convivencia realizado y aceptado por todos (o la mayoría de esos todos).
Sin embargo y poco a poco el Estado va introduciéndose en áreas que no solo no son de su competencia sino que, la mayoría de las veces apelando a la razón, pasan por encima de los derechos individuales. ¿Ejemplos?
El Estado puede exigir a las empresas fabricantes de automóviles que sus productos estén provistos de todos los sistemas de seguridad conocidos, pero no puede obligar al individuo a utilizar estos productos mientras no afecte a la seguridad de los demás. Cuando una ley nos obliga a colocarnos el cinturón de seguridad amenazándonos con una multa se está invadiendo, por parte del Estado, el derecho a decidir del individuo por más que esta ley parezca acertada y conlleve a cumplir los superiores objetivos del "bien común" (léase Estado). Este tipo de cosas, razonables y lógicas en una primera lectura, van acostumbrando al individuo de una forma tal que este deja de percibir el avance del poder del Estado sobre sus derechos y lo hace más propenso a aceptar nuevos avances como algo natural.
El individuo tiene el derecho inalienable de decidir sobre su vida, también tiene derecho a una vida digna y el derecho a una vida digna conlleva en sí el derecho a una muerte digna pero esto, la eutanasia y la eutanasia asistida, no es admitido por casi ningún Estado.
Hemos olvidado que la Nación no es el territorio, sino cada una de las personas que conviven en ella, y digo conviven porque quienes rompen las normas legales viven pero no conviven por lo cual la sociedad los separa sin, por esto, tomar venganza (lo que quita sostén a la pena de muerte).
Este tipo de cosas van introduciendo en el sentido común la forma de pensar característica del fascismo. Se subordina todo a un utópico "bien común" que no se encuentra definido ni tiene entidad por si mismo sino que posee la entidad que cualquiera quiera darle en un momento determinado.
Es decir que el "bien común" puede ser en determinado momento el impulsor de un fin noble pero también puede ser el impulsor de conductas xenófobas y belicistas.
Por esto, muchas personas que se creen alejados de lo que implica la palabra fascismo pueden llegar, sin darse cuenta, a tener actitudes fascistas y votar a quienes se expresan de esta manera. Realmente están convencidos que la lucha por el "bien común" justifica los medios que se utilicen para alcanzarlos, después de todo, los grupos de presión, a los que tanto estamos acostumbrados, que luchan para conseguir determinados objetivos no se diferencian demasiado del accionar fascista.
Y estos grupos de presión no son todos malos, como los que hicieron la manifestación xenófoba que motivó uno de los post de la bitácora Im-Pulso, sino que algunos persiguen fines nobilísimos. La satanización de las empresas contaminantes, por ejemplo, es usada por los grupos ecologistas. La satanización de los fumadores es usada por los que promovieron y promueven la ley antitabaco.
Y es este aprendizaje el que permite que muchos acepten lo inaceptable.
Pero, indudablemente, el "bien común" sea lo que sea jamás se conseguirá con el sacrificio de los derechos ya sea de pocos o de muchos.
Que el Estado se construye desde el individuo y no el individuo desde el Estado es algo que siempre deberíamos tener en cuenta si deseamos evitar el totalitarismo.
La glorificación del Estado y la estructuración de su poder bajo un modelo totalitario, que interviene de manera absoluta en todas las actividades de la vida socioeconómica (educación, política, economía, cultura, etc.) de una comunidad o nación, colocando a todos sus componentes bajo un régimen colectivo donde desaparece el individuo como centro de la actividad política para reemplazarlo por un Estado cuya única misión es lograr un ideal por el cual todos los individuos han de sacrificarse, de ser necesario, para alcanzar los objetivos y metas que conducirán a engrandecerlo es un somero resumen del modelo fascista.
Sintetizando más, todas las libertades y derechos de los individuos se subordinan a las necesidades del Estado y es el engrandecimiento del Estado el supremo objetivo de la nación. Desde este punto de vista no existen los derechos individuales inviolables sino que todos son sacrificables de acuerdo a las necesidades del momento.
Ahora, existe una manera encubierta de fascismo que se basa en reemplazar la palabra Estado por "bien común". En este caso, los derechos inviolables de los individuos pueden ser sacrificados si el "bien común" lo exige, una muestra de ello es la Patriot Act en los EE.UU.
Si tenemos en cuenta que el poder del Estado emana del individuo que delega, a través del voto, la autoridad necesaria para administrar el territorio bajo su responsabilidad, debemos aceptar que ningún individuo y ni uno solo de los derechos del individuo es sacrificable por parte del Estado. Es decir que por ninguna razón un Estado debería poder, por ejemplo, limitar el libre tránsito de una persona dentro de sus fronteras a menos que esta persona haya faltado a la ley, vista la ley como un pacto de convivencia realizado y aceptado por todos (o la mayoría de esos todos).
Sin embargo y poco a poco el Estado va introduciéndose en áreas que no solo no son de su competencia sino que, la mayoría de las veces apelando a la razón, pasan por encima de los derechos individuales. ¿Ejemplos?
El Estado puede exigir a las empresas fabricantes de automóviles que sus productos estén provistos de todos los sistemas de seguridad conocidos, pero no puede obligar al individuo a utilizar estos productos mientras no afecte a la seguridad de los demás. Cuando una ley nos obliga a colocarnos el cinturón de seguridad amenazándonos con una multa se está invadiendo, por parte del Estado, el derecho a decidir del individuo por más que esta ley parezca acertada y conlleve a cumplir los superiores objetivos del "bien común" (léase Estado). Este tipo de cosas, razonables y lógicas en una primera lectura, van acostumbrando al individuo de una forma tal que este deja de percibir el avance del poder del Estado sobre sus derechos y lo hace más propenso a aceptar nuevos avances como algo natural.
El individuo tiene el derecho inalienable de decidir sobre su vida, también tiene derecho a una vida digna y el derecho a una vida digna conlleva en sí el derecho a una muerte digna pero esto, la eutanasia y la eutanasia asistida, no es admitido por casi ningún Estado.
Hemos olvidado que la Nación no es el territorio, sino cada una de las personas que conviven en ella, y digo conviven porque quienes rompen las normas legales viven pero no conviven por lo cual la sociedad los separa sin, por esto, tomar venganza (lo que quita sostén a la pena de muerte).
Este tipo de cosas van introduciendo en el sentido común la forma de pensar característica del fascismo. Se subordina todo a un utópico "bien común" que no se encuentra definido ni tiene entidad por si mismo sino que posee la entidad que cualquiera quiera darle en un momento determinado.
Es decir que el "bien común" puede ser en determinado momento el impulsor de un fin noble pero también puede ser el impulsor de conductas xenófobas y belicistas.
Por esto, muchas personas que se creen alejados de lo que implica la palabra fascismo pueden llegar, sin darse cuenta, a tener actitudes fascistas y votar a quienes se expresan de esta manera. Realmente están convencidos que la lucha por el "bien común" justifica los medios que se utilicen para alcanzarlos, después de todo, los grupos de presión, a los que tanto estamos acostumbrados, que luchan para conseguir determinados objetivos no se diferencian demasiado del accionar fascista.
Y estos grupos de presión no son todos malos, como los que hicieron la manifestación xenófoba que motivó uno de los post de la bitácora Im-Pulso, sino que algunos persiguen fines nobilísimos. La satanización de las empresas contaminantes, por ejemplo, es usada por los grupos ecologistas. La satanización de los fumadores es usada por los que promovieron y promueven la ley antitabaco.
Y es este aprendizaje el que permite que muchos acepten lo inaceptable.
Pero, indudablemente, el "bien común" sea lo que sea jamás se conseguirá con el sacrificio de los derechos ya sea de pocos o de muchos.
Que el Estado se construye desde el individuo y no el individuo desde el Estado es algo que siempre deberíamos tener en cuenta si deseamos evitar el totalitarismo.
3 comentarios:
No sé que más se puede añadir a este post tan currado. En todo caso un poco de menos comprensión con "aquellos que sin darse cuenta apoyan manifestaciones fascistas".
"El mundo no es peligroso por los que hacen el mal, si no por los que se quedan mirando" esta frase de Einstein siempre me ha gustado.
Me quedo con la última frase de tu post.
Que el Estado se construye desde el individuo y no el indiviudo desde el Estado.
Ahora falta ponerlo en practica.
Saludos,
Había ya colocado una respuesta a tu comentario, Entrenómadas, pero al reelerlo leugo de colocado me di cuenta que parecía defenderme de algo que en él decías, más precisamente: En todo caso un poco de menos comprensión con "aquellos que sin darse cuenta apoyan manifestaciones fascistas".
Sin embargo mi respuesta no estaba destinada a defenderme por la sencilla razón de que no percibí tu comentario como un ataque, sino más como una forma de expresar tu coincidencia por eso la quité, la corregí un poco y la volví a exponer.
Mi respuesta trataba acerca de que no hemos de confundir la palabra comprensión con la palabra justificación porque comprender no es justificar, es simplemente intentar aprender y aprehender el porqué pasan ciertas cosas.
Muchas personas asocian la palabra fascismo a los nombres de Hitler y Musolini pero no a una forma de pensar, de ver, de entender y de hacer las cosas y esos les impide verse como tales y,quizás, si pudieran verse podrían remediarlo.
Debemos tener en cuenta que muchos aceptan lo inaceptable cuando ondea la banderita del "bien común". Aceptan que se cierren hospitales públicos, que se desvíen fondos públicos, que se censuren ciertos hechos, que se tomen determinadas medidas como, por ejemplo, el desalojo y el desahucio porque el sacrificio de esos pocos servirá para el bien de todos.
Medidas como las que conducen al congelamiento de los salarios para permitir el desarrollo económico de una nación son medidas fascistas pero se aceptan con resignación pensando que la nación necesita de nuestro esfuerzo, pero resulta que nosotros somos la nación, la nación no tiene entidad fuera de la gente que la compone. Los políticos que utilizan los fondos públicos para promover cosas como la American Cup's o construir estadios de fútbol o pistas de F1 me traen a la memoria la inclinación de los fascistas italianos, argentinos, españoles, a los monumentos grandiosos. No existe una explicación racional que justifique la construcción o el empleo del dinero en la construcción de este tipo de obras mientras exista gente sin techo o que pase hambre dentro del territorio controlado por un estado, pero se hace, se hace en pro de los "beneficios futuros" que estas obras impulsarán.
En este caso se reemplaza "bien común" por "beneficio futuro" pero el resultado es el mismo. "Morirán todavía algunos de hambre", parecieran decir, "pero estas obras impedirán que en el futuro otros mueran de los mismo". El sacrificio en pro del beneficio futuro, la vieja ecuación fascista se presenta de nuevo.
Es por eso que trato de comprender los mecanismos que permiten la difusión de la "forma de hacer" tan propia del fascismo entre gente preparada y de amplio criterio porque, desde el vamos, la ignorancia no es, ni jamás debería ser, un salvoconducto para perdonar lo imperdonable.
Un abrazo.
Me postro de hinojosft ante tu comentario. Y no, lejos de mi criticarte, no por ahora.
Más bien lo contrario.
Es un gusto pasar por aquí.
Mi única duda es llegar a la cuarta parte del nivel que destilas, amigo.
No es fácil, no. Hay mucho nivel.
Sws, besos en galés
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