jueves, 17 de enero de 2008

yacimientos petrolíferos finales


Según Michael C. Ruppert en su artículo “El comienzo del juego del fin del petróleo” tres son los hechos de vital importancia a tener en cuenta. El primero de ellos es el comportamiento de los grandes actores del negocio del petróleo. Ruppert destaca en su artículo que aunque los precios del barril se han duplicado desde el 2001 (recordemos que el artículo es del año 2005) las compañías petrolíferas apenas si están invirtiendo en la exploración de nuevos yacimientos, no han aumentado la capacidad ni instalado nuevas refinerías y son más los petroleros que se desguazan que los que se construyen.

El segundo factor nos indica, de acuerdo a los datos de algunos analistas, que solo compensar las caídas de producción exigiría descubrir yacimientos capaces de producir 30.000 millones de barriles por año lo que no se está haciendo.

El tercer factor, por su parte, es respecto al consumo. El estadounidense medio consume 25 barriles de petróleo por año, el chino promedio 1.2, el indio promedio menos de 1. Si China e India alcanzaran un consumo igual a la cuarta parte del de un estadounidense promedio la producción de petróleo debería crecer en un 44%, para que alcancen la mitad, la producción mundial debería duplicarse. Esto, a todas luces, es imposible.

Según Ruppert, es de esperar que estos tres hechos deriven en guerras por la posesión y el control de los últimos yacimientos de petróleo, hace hincapié para esto en el posicionamiento que los principales países consumidores están haciendo para poder controlar la mayor cantidad de petróleo posible.

Lo destacable es que Ruppert ubicó, en el año 2005, la fecha del comienzo de la crisis final en el año 2007, casualmente el año en el cual el precio del barril de petróleo se disparó hasta alcanzar los 100 dólares por unidad, Ruppert no tuvo en cuenta la posible depreciación del dólar en su pronóstico, pero aún así aterra la posibilidad de que pueda cumplirse.

Sin embargo, en toda esta zarabanda de datos y contra datos, de posibles amenazas y holocaustos, es necesario pensar “si el petróleo es tan irremplazable como dicen”. Parece ridículo y hasta imposible que ningún investigador científico haya inventado una sustancia que lo reemplace a un costo económicamente viable, más si tenemos en cuenta el sencillo sistema que caracteriza a los motores de explosión interna.

En sí, el petróleo da origen a la gasolina, un subproducto líquido cuya principal propiedad es la de producir un gas inflamable y explosivo. Al ser líquido es fácil de transportar y utilizar, al ser explosivo produce la fuerza necesaria como para mover los pistones de un motor normal. Desde este punto de vista, cualquier líquido explosivo podría servir para hacer funcionar un motor a explosión pero hemos de considerar que ha de ser un líquido medianamente estable en un amplio espectro de temperaturas para que un error o pequeño golpe no haga estallar el depósito de combustible.

Inicialmente, se ha revitalizado la investigación en torno a la
fabricación de petróleo sintético siguiendo las investigaciones realizadas por la Alemania de la 2º Guerra Mundial (hay que recordar que los alemanes utilizaban petróleo producido a partir del carbón para mover sus vehículos). La razón por la cual no se había avanzado en el desarrollo de este producto eran los costos de fabricación, lo que a la luz de la crisis actual parece haber quedado en segundo término.

Pero sigue resultando increíble que pese a inventarse sustancias explosivas con frecuencia, cada vez más potentes, nadie haya dado aún con una que pudiese utilizarse como combustible líquido. Las razones de esto podrían ser varias, una económica, basada en la imposibilidad de obtener los subsidios o capitales necesarios como para sostener los costes de la investigación, otra ecológica, tal vez se haya encontrado un líquido cuyos efectos en la naturaleza sean aún más nocivos que los del combustible fósil, otra conspirativa, quizás ya exista el producto más no exista interés en darlo a conocer.

Sin embargo en distintos países se han llevado a
cabo estudios y ensayos y también utilizado en la práctica distintos combustibles como la alconafta, una mescla de gasolina y etanol (alcohol medicinal), el alcodiesel, mezcla de diesel y alcohol medicinal, y el metanol o alcohol metílico tiene una larga historia como combustible alternativo (se utilizó como combustible en las 24 hs. de Le Mans desde 1965).

Esto indica que no hay una razón consistente que nos obligue a preferir el petróleo como origen de los combustibles utilizados en los motores a explosión más allá del costo que significaría su reemplazo como tal. Igualmente podría utilizarse una mezcla de gasolina y etanol o diesel y etanol en reemplazo de la gasolina y diesel puros sin encontrar visibles pérdidas de rendimiento. El universalizar una mezcla al 10% o 40% disminuiría el impacto del consumo actual sobre las limitadas reservas de petróleo mundiales dándonos más de esos 30.000 millones de barriles anuales sugeridos por Ruppert y permitiría ir reemplazando cada vez más, en la mezcla, la gasolina y el diesel con productos renovables hasta llegar a su utilización al 100% (lo que es posible y para nada más contaminante que los derivados del petróleo) en vehículos movidos a gasolina, y
biodiesel en los vehículos impulsados por este combustible.

Para esto, por supuesto, habría que aumentar las superficies cultivadas con vegetales productores de azúcar cosa que en la actualidad no es necesaria ya que el consumo humano de está más que cubierto y la producción de algunos cultivos como el de la remolacha azucarera esta
subsidiado en algunos países dada su escasa rentabilidad.

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