Las últimas medidas tomadas por el gobierno de los EE.UU. para “poner freno” a la crisis tienen, al mismo tiempo, la virtud de poner en relieve la hipocresía reinante entre quienes defienden la liberalización total de los mercados. Si un mercado desregulado fuese una panacea esta crisis no se hubiese producido, si la no-intervención del Estado fuese la norma para una economía saludable el que este intervenga para rescatar a las empresas financieras más importantes del país con el fin de evitar su quiebra debería provocar una caída más pronunciada de los índices bursátiles, más no su recuperación (y ruego que si lo dicho no es lógico, me expliquen donde está la falacia que me conduce a este error).
Si analizamos, por otra parte, la crisis de 1.929, descubrimos que también fue necesario el intervencionismo estatal para paliar, primero, sus efectos y para solucionarla después, muchos sostienen que fue la combinación del New Deal y la Segunda Guerra Mundial lo que salvó la situación y no “la mano mágica del mercado”. Casualmente, en ambas crisis la mano mágica del mercado brilló por su ausencia.
La razón y las analogías nos indican que para que exista civilización ha de existir orden, y que para que el orden sea posible han de existir reglas y normas (si bien es cierto que un exceso de reglas y normas conducen, sin lugar a dudas, al estancamiento). Dicho de otra forma, un Estado que intervenga en cada uno de los aspectos de la vida diaria de sus ciudadanos es un estado totalitarista mientras que un Estado que no intervenga en ninguno de estos aspectos es un Estado ausente.
¿Cuál es, entonces, la función del Estado? Si analizamos la historia podríamos deducir que su función es la de evitar la tiranía de una minoría sobre una mayoría al mismo tiempo que evita la tiranía de una mayoría sobre una minoría o, en otras palabras, el Estado ha de evitar que los más poderosos (en número, dinero, etc.), abusen de los menos poderosos.
El Estado de los países más avanzados tecnológicamente del siglo XXI se caracterizan, por el contrario, por mostrar una creciente tendencia a ceder ante el poder de los grupos de presión de distinta índole, principalmente económicos aunque en épocas de elecciones los grupos no económicos también hacen su agosto, y la función más importante de quien detenta la administración del Estado, esto es, su gobierno, pareciese ser la de gobernar para mantenerse en el poder antes que la de gobernar para procurar el bienestar de quienes han confiado en ellos para que velen por su seguridad e intereses.
Tengamos en cuenta un dato, es sabido que la pequeña y mediana empresa tienen un mejor ratio “puesto de empleo/capital invertido” que la gran empresa. Mientras una pequeña empresa necesitará unos € 30.000,= para generar uno o dos puestos de trabajo, una gran empresa precisará no menos de € 500.000,= para el mismo cometido. Sin embargo las políticas económicas, por lo general, favorecen a la gran empresa en lugar de a la pequeña y mediana, de la misma forma la carga impositiva de las personas más pudientes es porcentualmente menor que la carga impositiva de las personas menos pudientes. Dicho en cristiano, cuanto menos ganas más porcentaje de tu dinero es utilizado para pagar impuestos, esto es, sostener el Estado.
Indudablemente podríamos decir que no hemos aprendido las lecciones que nos ha dejado la Revolución Francesa, donde los aristócratas no pagaban ningún tipo de impuestos y los burgueses y el pueblo llano tenía a su cargo el sostenimiento de los gastos del Rey (que era, según Luis XIV, en quien se encarnaba el Estado).
Esto me lleva a suponer que estamos ante un fenómeno particularmente peligroso, el renacimiento de los privilegios ¿Por qué me atrevo a decir esto?
Porque nos estamos acostumbrando a aceptar una serie de cosas altamente peligrosas pensando que son por nuestro bien, al menos nos dicen que son por nuestro bien. Esta serie de cosas marcan la introducción de los mecanismos de seguridad del Estado en nuestra vida diaria. Lenta pero firmemente se legisla sobre lo que no debería legislarse y esto abre un camino que conduce, inexorablemente, hacia el totalitarismo.
Hechos inocentes como obligar a la gente a usar el cinturón de seguridad si conduce, de obligar a los motoristas a usar casco introducen la idea de que el Estado puede tomar en su mano decisiones que son propias del ciudadano, que deberían corresponderle a él. Lo explicaré de otra manera: Es correcto que el Estado obligue a los fabricantes de automóviles a aumentar la seguridad de sus vehículos, es correcto que les obligue a que sus vehículos estén provistos desde que salen de fábrica de airbags y cinturones de seguridad, pero la decisión de utilizar, o no, los cinturones de seguridad corresponde al ciudadano y no al Estado.
De hecho, creo que es el acostumbrarnos a ese tipo de medidas, sumado a la debacle de los sistemas educativos que es posible ver en la mayoría de los países del mundo, lo que permite siquiera que se piense en las cosas que piensan los eurodiputados (jornada laboral de 65 hs., control más férreo sobre Internet, etc.).
A veces suelo pensar que América Latina ha sido, durante muchos años, una especie de campo de experimentación donde se probaron las distintas políticas que hoy se llevan a la práctica. Por una parte, los sistemas educativos intentan estadounizar nuestros jóvenes, es decir, dar a los estudiantes los conocimientos que necesitan para trabajar con eficacia más no para pensar y razonar con eficacia, eso proporciona mano de obra incapaz de reaccionar cuanto la patronal le patea el trasero e incapaz de contrastar información para deducir si le están mintiendo desde el gobierno o si verdaderamente están trabajando para su bienestar.
Esto impide que la gente asocie la palabra economía liberal a especulación, cuando toda persona con algo de formación sabe que la especulación (el juego entre la oferta y la demanda, comprar barato para vender caro, etc.) es la base del sistema capitalista.
Veamos, ahora, las cosas desde un prisma distinto: Quienes conformaron el Consejo de accionistas y el Directorio de las empresas que estaban por quebrar y fueron absorbidas y rescatadas por el gobierno de los Estados Unidos de América con el fin de evitar esa quiebra se han retirado a sus mansiones de lujo con cientos de millones de dólares a buen resguardo en sus cuentas bancarias seguramente abiertas en paraísos fiscales. Que sepamos, ninguno de ellos se ha suicidado de vergüenza o pedido disculpas a sus accionistas o cobrará el subsidio de desempleo. Es decir que ganaron dinero, se repartieron los beneficios durante las épocas de vacas gordas y en la época de vacas flacas, casualmente provocada por ellos, no se mostraron dispuestos a reinvertir esos beneficios en sus empresas por miedo a perderlos por lo que llamaron a papá Estado (al que habían repudiado por años) para que se hiciese cargo del desaguisado que ellos habían provocado utilizando para ello el dinero de la gente a la que ellos habían estafado gracias a su actividad especulativa. Lindo ¿no?
Recuerdo ahora un comentario del Gran Wyoming en el cual destacó las críticas que recibió Hugo Chávez por haber estatizado empresas que daban ganancias y las felicitaciones que ha recibido el gobierno estadounidense por haber estatizado empresas que dan pérdidas, cualquiera de nosotros (ciudadanos de a pie) pensaría que debería haber sido al contrario (Por más antipático que nos sea Hugo Chávez).
Como conclusión, dejo a quien lea esto la tarea de buscar las referencias y de terminar mi caótico razonamiento, creo que los Estados deberían intervenir y regular los distintos mercados de la misma forma que regulan a la sociedad. Los ciudadanos tenemos leyes y normas que respetar y las empresas también deberían tenerlas, la ausencia de reglas permite que el único límite sea el de la ambición y todos sabemos que una de las cualidades humanas es que nuestra ambición y codicia tienen a ser infinitas.
Si analizamos, por otra parte, la crisis de 1.929, descubrimos que también fue necesario el intervencionismo estatal para paliar, primero, sus efectos y para solucionarla después, muchos sostienen que fue la combinación del New Deal y la Segunda Guerra Mundial lo que salvó la situación y no “la mano mágica del mercado”. Casualmente, en ambas crisis la mano mágica del mercado brilló por su ausencia.
La razón y las analogías nos indican que para que exista civilización ha de existir orden, y que para que el orden sea posible han de existir reglas y normas (si bien es cierto que un exceso de reglas y normas conducen, sin lugar a dudas, al estancamiento). Dicho de otra forma, un Estado que intervenga en cada uno de los aspectos de la vida diaria de sus ciudadanos es un estado totalitarista mientras que un Estado que no intervenga en ninguno de estos aspectos es un Estado ausente.
¿Cuál es, entonces, la función del Estado? Si analizamos la historia podríamos deducir que su función es la de evitar la tiranía de una minoría sobre una mayoría al mismo tiempo que evita la tiranía de una mayoría sobre una minoría o, en otras palabras, el Estado ha de evitar que los más poderosos (en número, dinero, etc.), abusen de los menos poderosos.
El Estado de los países más avanzados tecnológicamente del siglo XXI se caracterizan, por el contrario, por mostrar una creciente tendencia a ceder ante el poder de los grupos de presión de distinta índole, principalmente económicos aunque en épocas de elecciones los grupos no económicos también hacen su agosto, y la función más importante de quien detenta la administración del Estado, esto es, su gobierno, pareciese ser la de gobernar para mantenerse en el poder antes que la de gobernar para procurar el bienestar de quienes han confiado en ellos para que velen por su seguridad e intereses.
Tengamos en cuenta un dato, es sabido que la pequeña y mediana empresa tienen un mejor ratio “puesto de empleo/capital invertido” que la gran empresa. Mientras una pequeña empresa necesitará unos € 30.000,= para generar uno o dos puestos de trabajo, una gran empresa precisará no menos de € 500.000,= para el mismo cometido. Sin embargo las políticas económicas, por lo general, favorecen a la gran empresa en lugar de a la pequeña y mediana, de la misma forma la carga impositiva de las personas más pudientes es porcentualmente menor que la carga impositiva de las personas menos pudientes. Dicho en cristiano, cuanto menos ganas más porcentaje de tu dinero es utilizado para pagar impuestos, esto es, sostener el Estado.
Indudablemente podríamos decir que no hemos aprendido las lecciones que nos ha dejado la Revolución Francesa, donde los aristócratas no pagaban ningún tipo de impuestos y los burgueses y el pueblo llano tenía a su cargo el sostenimiento de los gastos del Rey (que era, según Luis XIV, en quien se encarnaba el Estado).
Esto me lleva a suponer que estamos ante un fenómeno particularmente peligroso, el renacimiento de los privilegios ¿Por qué me atrevo a decir esto?
Porque nos estamos acostumbrando a aceptar una serie de cosas altamente peligrosas pensando que son por nuestro bien, al menos nos dicen que son por nuestro bien. Esta serie de cosas marcan la introducción de los mecanismos de seguridad del Estado en nuestra vida diaria. Lenta pero firmemente se legisla sobre lo que no debería legislarse y esto abre un camino que conduce, inexorablemente, hacia el totalitarismo.
Hechos inocentes como obligar a la gente a usar el cinturón de seguridad si conduce, de obligar a los motoristas a usar casco introducen la idea de que el Estado puede tomar en su mano decisiones que son propias del ciudadano, que deberían corresponderle a él. Lo explicaré de otra manera: Es correcto que el Estado obligue a los fabricantes de automóviles a aumentar la seguridad de sus vehículos, es correcto que les obligue a que sus vehículos estén provistos desde que salen de fábrica de airbags y cinturones de seguridad, pero la decisión de utilizar, o no, los cinturones de seguridad corresponde al ciudadano y no al Estado.
De hecho, creo que es el acostumbrarnos a ese tipo de medidas, sumado a la debacle de los sistemas educativos que es posible ver en la mayoría de los países del mundo, lo que permite siquiera que se piense en las cosas que piensan los eurodiputados (jornada laboral de 65 hs., control más férreo sobre Internet, etc.).
A veces suelo pensar que América Latina ha sido, durante muchos años, una especie de campo de experimentación donde se probaron las distintas políticas que hoy se llevan a la práctica. Por una parte, los sistemas educativos intentan estadounizar nuestros jóvenes, es decir, dar a los estudiantes los conocimientos que necesitan para trabajar con eficacia más no para pensar y razonar con eficacia, eso proporciona mano de obra incapaz de reaccionar cuanto la patronal le patea el trasero e incapaz de contrastar información para deducir si le están mintiendo desde el gobierno o si verdaderamente están trabajando para su bienestar.
Esto impide que la gente asocie la palabra economía liberal a especulación, cuando toda persona con algo de formación sabe que la especulación (el juego entre la oferta y la demanda, comprar barato para vender caro, etc.) es la base del sistema capitalista.
Veamos, ahora, las cosas desde un prisma distinto: Quienes conformaron el Consejo de accionistas y el Directorio de las empresas que estaban por quebrar y fueron absorbidas y rescatadas por el gobierno de los Estados Unidos de América con el fin de evitar esa quiebra se han retirado a sus mansiones de lujo con cientos de millones de dólares a buen resguardo en sus cuentas bancarias seguramente abiertas en paraísos fiscales. Que sepamos, ninguno de ellos se ha suicidado de vergüenza o pedido disculpas a sus accionistas o cobrará el subsidio de desempleo. Es decir que ganaron dinero, se repartieron los beneficios durante las épocas de vacas gordas y en la época de vacas flacas, casualmente provocada por ellos, no se mostraron dispuestos a reinvertir esos beneficios en sus empresas por miedo a perderlos por lo que llamaron a papá Estado (al que habían repudiado por años) para que se hiciese cargo del desaguisado que ellos habían provocado utilizando para ello el dinero de la gente a la que ellos habían estafado gracias a su actividad especulativa. Lindo ¿no?
Recuerdo ahora un comentario del Gran Wyoming en el cual destacó las críticas que recibió Hugo Chávez por haber estatizado empresas que daban ganancias y las felicitaciones que ha recibido el gobierno estadounidense por haber estatizado empresas que dan pérdidas, cualquiera de nosotros (ciudadanos de a pie) pensaría que debería haber sido al contrario (Por más antipático que nos sea Hugo Chávez).
Como conclusión, dejo a quien lea esto la tarea de buscar las referencias y de terminar mi caótico razonamiento, creo que los Estados deberían intervenir y regular los distintos mercados de la misma forma que regulan a la sociedad. Los ciudadanos tenemos leyes y normas que respetar y las empresas también deberían tenerlas, la ausencia de reglas permite que el único límite sea el de la ambición y todos sabemos que una de las cualidades humanas es que nuestra ambición y codicia tienen a ser infinitas.
4 comentarios:
“””Esto impide que la gente asocie la palabra economía liberal a especulación, cuando toda persona con algo de formación sabe que la especulación (el juego entre la oferta y la demanda, comprar barato para vender caro, etc.) es la base del sistema capitalista. “””” ni por asomo. La base del sistema capitalista es poseer bienes para desarrollar iniciativas. Y mucho menos “comprar barato y vender caro” una base un poco ridícula. El comerciante comprar sobre un valor y vende en función del margen de su beneficio. Pero puede no vender. Y si no vende, puede comprar caro y vender barato.
“””””Recuerdo ahora un comentario del Gran Wyoming en el cual destacó las críticas que recibió Hugo Chávez por haber estatizado empresas que daban ganancias y las felicitaciones que ha recibido el gobierno estadounidense por haber estatizado empresas que dan pérdidas, cualquiera de nosotros (ciudadanos de a pie) pensaría que debería haber sido al contrario (Por más antipático que nos sea Hugo Chávez)”””” lo que hace Hugo Chávez es nacionalizar las empresas, en el más sentido estricto totalitario. Lo que hace EEUU, o mejor dicho, los bancos centrales, sin retorica, es ofertar dinero público en un sistema de “subastas”, con el fin de que no afecte a otros mercados. Inyectar liquidez significa conceder préstamos en un periodo a un tipo de intereses más rentable que establece el mercado.
Atroma, por una parte te agradezco tu comentario que me muestra que has leído mi post, por más caótico que este haya sido, y por la forma que le has dado a tu respuesta en la cual, sin rozar ni un ápice la falta de respeto, muestras tu desacuerdo respecto a las ideas que he hilado, por esto te aseguro que no me gustaría perderte como lector y me encantaría que me siguieses visitando.
Ahora, entrando en el hilo de la discusión te diré que el Sistema Capitalista puede definirse de diferentes maneras, entre ellas:
1.El régimen económico en el cual la titularidad de los medios de producción es privada, entendiéndose por esto su construcción sobre un régimen de bienes de capital industrial basado en la propiedad privada.
2.La estructura económica en la cual los medios de producción operan principalmente en función del beneficio y en la que los intereses directivos se racionalizan empresarialmente en función de la inversión de capital y hacia la consecuente competencia por los mercados de consumo y trabajo asalariado.
3. El orden económico en el cual predomina el capital sobre el trabajo como elemento de producción y creación de riqueza, sea que dicho fenómeno se considere como causa o como consecuencia del control sobre los medios de producción por parte de quienes poseen el primer factor.
(Wikipedia).
Seguido a esto, expongo los significados más relacionados con mi post de la palabra especulación según la RAE:
1.Efectuar operaciones comerciales o financieras, con la esperanza de obtener beneficios basados en las variaciones de los precios o de los cambios. U. m. en sent. peyor.
2. Comerciar, traficar.
3. Procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil.
Ahora, bien podría sostenerse que el Sistema Capitalista sostiene el derecho de los dueños del capital de procurarse beneficios a través de la posibilidad de especular con el mismo.
Sin embargo, decir que un capitalista especula con su capital no implica este obtenga ganancias, la obtención de ganancias o pérdidas solo indican al observador el éxito o el fracaso de esta actividad especulativa pero debemos aceptar que, y esto no creo que necesite una demostración, quien invierte su capital en una empresa, en la bolsa o en actividades de intermediación tanto financiera como mercantil lo hace procurando que su inversión le produzca una ganancia o beneficio, es decir, que su inversión tenga como resultado el crecimiento del capital invertido.
De allí que me animo a decir que la especulación es la base del Sistema Capitalista aunque mi frase debería haber sido, más acertadamente, una de las bases.
Se compra barato para vender caro ya sea petróleo, oro como sardinas, trigo y soja, acciones y dinero (bien sabido es que existe un mercado de divisas).
Tu segundo punto, la diferencia más evidente entre el accionar del gobierno venezolano y el gobierno estadounidense es que el gobierno venezolano actuó cohercitivamente, mientras que el gobierno estadounidense no. Las empresas que Hugo Chávez nacionaliza no deseaban ser nacionalizadas porque producían beneficios, mientras que las empresas a las cuales el gobierno de los Estados Unidos nacionaliza parcial o completamente deseaban (o necesitaban) ser intervenidas por el Estado ya que estaban en franca caída y producían pérdidas más que beneficios y su bancarrota era iminente.
A mí, particularmente, me desagradan los gobiernos de ánimo totalitario, siendo mi idea de totalitarismo un poco diferente a la habitual. Considero totalitario a todo gobierno o sistema de gobierno que procure controlar y vigilar la conducta de sus ciudadanos sin causa aparente (debería trabajar más esta idea) con lo cual la última medida que se está promoviendo en Suecia, dar el poder al Estado de intervenir todas las comunicaciones que sus ciudadanos realicen (http://agcblog.wordpress.com/2008/09/19/video-el-gobierno-sueco-atenta-contra-la-privacidad-en-la-red/)es, bajo mi punto de vista, una medida totalitaria.
Espero que ahora estemos un poco más de acuerdo que antes y que nos hayamos acercado, aunque sea levemente, en la comprensión de nuestros distintos punto de vista.
Un abrazo.
pero la decisión de utilizar, o no, los cinturones de seguridad corresponde al ciudadano y no al Estado.
No estoy de acuerdo.
Cuando alguien se accidenta, el estado tiene la obligación de poner en funcionamiento una serie de medidas cuyo coste sufragamos todos.
La irresponsabilidad de la gente tiene un alto coste no sólo en lo humano si no en lo económico.
utilizando para ello el dinero de la gente a la que ellos habían estafado gracias a su actividad especulativa. Lindo ¿no?
Delictivo, es ciertamente delictivo.
No dice la sacrosanta constitusióng española que el estado debe luchar contra la especulación?
Si el mismo estado hace cejación de sus funciones qué se puede esperar del ciudadano medio?
Atroma:
La base del sistema capitalista es poseer bienes para desarrollar iniciativas
Jejejejeje...
Huh? No era broma...?
Pasmoso.
:|
Como siempre, muy buen análisis.
PD: te dejo un regalo en mi blog:
http://kurtzpensamientos.blogspot.com/2008/09/premio-al-esfuerzo-personal.html
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