sábado, 10 de abril de 2010

El triunfo del fascismo



¿Qué es la democracia? No lo sé, pero no es lo que entendemos democracia por ahora. Por empezar y sin darnos cuenta, el mundo se ha desplazado de la idea de “el gobierno del pueblo para el pueblo” a la idea de “el gobierno de unas minorías con ínfulas”.

Por supuesto comprendo que existan algunos que digan que estoy equivocado, porque lo estoy, sin embargo mi empirismo me lleva a considerar a los hechos como más importantes que los dichos y a las muestras me refiero. Inicialmente podríamos decir que si el Estado permite comerciar con cosas como el tabaco y el alcohol ambas cosas no deberían ser consideradas perniciosas para el ser humano, pero el Estado considera al alcohol y el tabaco perniciosos, por lo tanto para desanimar su consumo incrementa la carga impositiva sobre ellos para aumentar su costo y yo me pregunto ¿Es eso correcto?

Por un lado tenemos una legión de personas que defienden el derecho de la mujer a decidir si ha de abortar o no basándose en que es ella la que debe decidir acerca de su cuerpo, tenemos una legión de personas que defienden el derecho de los ciudadanos a decidir si desean seguir sufriendo una larga y dolorosa enfermedad incurable o terminar con su vida pronto, por otro lado tenemos al Estado diciendo que el fumar y el beber es malo para la salud y que es lógico desanimar a los fumadores y bebedores con altos impuestos pero una persona de las que razonan diría… un momento, dejadme entender esto…

Yo puedo decidir cuando he de morir, puedo decidir cuando un cuerpo puede o no crecer y desarrollarse dentro de mi, pero no puedo decidir acerca del consumo de sustancias supuestamente nocivas para mí. Algo falla en algún lado.

Lo que falla es sencillo, el Estado está obligado a facilitarme el acceso a la educación, a la salud y a la seguridad, más no debe preocuparse si yo deseo salud, educación y seguridad, solo ha de facilitarme el acceso. El Estado ha de preocuparse de que el hijo de una persona que gana un millón de euros o más al año tenga la misma salud, seguridad y educación que el hijo de la persona que gana unos 12.000 (o menos) euros anuales. El Estado ha de actuar como un nivelador de las diferencias sociales, pero no es así.

El Estado actual se ha olvidado de las razones que llevaron a su surgimiento, se ha dedicado a favorecer a los grupos de presión, minorías que no aseguran quien tendrá el poder pero que bien pueden definir una elección, de esta manera grupos como los antitabaco, los antidroga, los antialcohol, antipornografía, antierotismo, etc., han conseguido doblar la muñeca de la ley y ganar a pulseada. Pero en realidad, que el Estado prohíba fumar o no prohíba fumar en los lugares públicos, permita o no permita consumir alcohol o drogas es una perversión de los poderes del Estado. El Estado puede decidir acerca de qué es lo que permite o facilita la convivencia, más no puede decidir acerca de lo que sus ciudadanos desean hacer con su salud, educación o sus organismos.

Es decir que al Estado no ha de importarle si una persona consume sustancias nocivas para su vida, si decide abortar o si decide poner fin a su existencia, al Estado no ha de importarle lo que una persona hace o le hace a su cuerpo, lo que ha de importarle al Estado es que una persona no cause trastornos a las demás por vivir como ella desea ¿Esto es difícil de entender? Pensemos…

Es medianamente correcto que el Estado diga que una persona de menos de 16 años no puede beber bebidas alcohólicas ¿Por qué? Porque el Estado pre-supone que una persona menor de 16 años no puede distinguir o diferenciar el bien del mal. Pero no es correcto que el Estado ponga trabas al consumo de alcohol, porque esto excede sus prerrogativas, el Estado ha de guardar la paz interior, pero jamás interferir en lo que una persona decide hacer con su cuerpo, o lo que decide no hacer.

Cuando el Estado se involucra y decide reglamentar lo que un ciudadano puede o no hacer con su cuerpo el Estado toma la decisión de ser Dios, por lo cual podríamos decir sin miedo a equivocarnos que el Estado tiene tendencia a ser totalitario.

La función básica del Estado, según Max Weber y otros, es a de evitar que las diferencias entre ricos y pobres se acentúen pero, a la luz de los hechos, estas diferencias se están acentuando. En un mundo de 7.000 millones de habitantes tenemos que solo un 10% disfruta del 90% de las riquezas mientras que ell otro 90% se debate entre sus deseos insatisfechos y el hambre. Indudablemente, un mundo donde el 20 o 30% de las personas come todos días mientras que el 70% come cuando "Dios" quiere es un mundo donde los Estados han perdido sus objetivos. Basta con mirar cualquier país del mapa para descubrir que el 20% de sus habitantes disfruta del 80% de su PIB ¿Podemos decir, entonces, que estamos en un mundo donde el Estado cumple su rol? ¿Podemos decir que vivimos en un Estado Democrático cuando el Estado no nos permite decidir que podemos, o no, hacer con nuestros cuerpos?

Para mí la respuesta es NO.

No podemos decir que vivimos en democracia ya que los deseos del pueblo no son contemplados más allá del acto eleccionario. Un candidato puede decir lo que sea para ser elegido, pero una vez elegido puede hacer exactamente lo contrario, ya este hecho derrumba la idea de lo que Democracia, significó en un principio.

¿Eso significa que el Estado moderno tiende al fascismo? Sí. Un Estado que se involucra y decide que es lo que un ciudadano puede, o no, hacer con su cuerpo es un Estado fascista, ya que el objetivo del Estado democrático no pasa por eso, pasa por evitar que un pequeño porcentaje de la población disfrute de la riqueza creada por el otro tanto por ciento, pasa por prestar una serie de servicios esenciales (salud, educación, seguridad, etc.)… Pero no es su objetivo el preocuparse e intentar evitar que yo encienda un cigarrillo, o que mi vecino se coloque con lo que sea…

El Estado moderno nació para evitar la existencia de grupos de privilegio, para evitar que yo pueda determinar la libertad del otro o que otros determinen hasta donde puedo ser libre, más no lo ha conseguido.

Por lo tanto la conclusión es que vivimos en un Estado de fracaso, donde la Libertad sigue siendo una Utopía.

Y desafío a quien sea a que me demuestre lo contrario.

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