viernes, 25 de septiembre de 2009

El capital no tiene espíritu


Leí este post en Aventura en la Tierra y no pude menos que reconocer que jamás había asociado el desprecio por el trabajador y la evasión fiscal al feudalismo y/o nobleza. Cierto que ha existido un tiempo en el cual manos suaves y tez blancas eran símbolos de que NO se trabajaba y, por lo tanto, signo de belleza y es verdad que los nobles estaban eximidos de todo impuesto por lo que la idea puesta en la mesa por el administrador del blog mencionado abre una serie de posibilidades nuevas en cuanto a analizar la situación con una nueva óptica.

Sin embargo esto puede ser así en España donde, aunque no todos los empresarios tienen origen noble, puede que exista el deseo de emular los privilegios que estos tenían en el pasado, pero el desprecio por el trabajo y por los trabajadores por parte de los empresarios es más una constante mundial que una excepción, por lo menos a mi entender.

Supongo que ese desprecio viene de la necesidad de la plusvalía, si los empresarios valoraran a los trabajadores en su justa importancia reconocerían que no les pagan ni el 1% de la riqueza que estos producen (cuando digo empresa digo gran empresa, generalmente en las Pymes el empresario tiene tantos o más problemas que sus empleados y trabaja con ellos, codo con codo).

Además, la evasión fiscal es una característica de la empresa capitalista, ya que se considera lícito aumentar las ganancias como sea, aún si debes moverte en el gris de la legalidad, ya que la obtención de beneficios, de la mayor cantidad de beneficios posibles, es el lei motiv que las guía.

Si mal no recuerdo Max Weber proponía en "La política como vocación" que el Estado era la única organización humana que podía hacer uso legítimo de la fuerza. También proponía que el Estado era una especie de amortiguador de las diferencias entre las clases ricas y las menos favorecidas, es decir que, según lo que recuerdo hoy, el rol del Estado (entre todos sus roles) era el de redistribuir en parte la riqueza generada en una nación evitando los exagerados desequilibrios que vemos hoy en día.

Y llegamos a la noria de siempre.

¿Cómo puede redistribuir la riqueza el Estado? A través de una política fiscal que asegure que quien más tiene más pague.
¿Cómo se asegura el Estado que esto se cumpla? Con el poder de controlar y fiscalizar los asuntos económicos de las empresas y personas, esto es, a través de auditorías fiscales.
¿Cómo se asegura el estado el pago de estas cargas fiscales? A través de su poder de utilizar la fuerza de manera legítima, es decir, a través de la policía que arrestaría al evasor y de los jueces que lo condenarían.

Supongo que, y eso se desprende de mi ingenuo análisis, si una de estas patas falla todo se resquebraja, y eso es lo que sucede hoy en día en muchos aspectos. Dado que el hombre común ve la salud de las empresas existentes en su comunidad como una medida de su propio bienestar se tiende a justificar, aún por parte del Estado, muchas conductas empresariales reprobables.

Ejemplos. Muchos autos con defectos conocidos que ponían en peligro la integridad física de las personas que los utilizaban se pusieron en venta sin ser modificados en los EE.UU. bajo la lógica que la reparación del desperfecto implicaba más dinero que el costo de llegar a un acuerdo en los posibles juicios posteriores. Esto, que podría ser considerado negligencia criminal, era sorteado por la empresa ´"negando tener conocimiento del problema" y ofreciendo una indemnización al afectado.

Es decir que como indemnizar a los afectados afectaba menos a los beneficios que solucionar el problema, no arreglar el problema estaba justificado para la empresa.

Esto provoca también que si un empresario descubre que puede evadir ingentes cantidades de dinero sin pisar la cárcel lo haga, a menos que el monto de la multa anule los beneficios de la evasión y se pase una larga temporada en la cárcel..

Por otra parte, la explotación del trabajador es un rasgo innato del capitalismo. Como mencioné antes la ganancia del capitalista subyace en la plusvalía y cuando mayor la plusvalía mayor su ganancia, sin embargo, cuando menos gane el trabajador peor estará y este problema de conciencia se resuelve, supongo, pensando que el trabajador tiene lo que se merece por no ser una persona emprendedora.

Sí, por el contrario, el capitalismo se basara en la idea de la obtención de una ganancia razonable y en el ahorrar en tiempos de abundancia para soportar los tiempos de escasez no existiría la necesidad de provocar crisis periódicas para contraer la masa monetaria existente en el mercado.

Pero dado que las leyes permiten que los capitalistas retiren el completo de sus ganancias y que la quiebra de sus empresas rara vez afectan a su fortuna personal, gracias a las distintas leyes de Sociedades Comerciales y las formas que estas ofrecen de proteger el patrimonio propio, el capitalista retira sus ganancias y si su empresa quiebra él puede seguir disfrutando de sus ganancias sin que alguien se las toque.

Es decir que por un lado hacen creer a la gente que el trabajo dignifica cuando en realidad lo que para ellos es digno es la capacidad de iniciar empresas nuevas, dignifica ser un empresario y quien no lo es tiene lo que se merece, es decir, un salario lo más cercano al mínimo posible que se pueda pagar sin perder competitividad frente a los salarios de otras empresas.

Al mismo tiempo, y culpa de esa idea tan bien estimulada en nuestros cerebros de que las empresas sanas garantizan el bienestar de la gente, se considera lícito que el Estado acuda al rescate de las empresas cuando estas están en problemas (problemas que generalmente provienen de no haber realizado un colchón de emergencia para épocas de crisis provocadas por la especulación financiera de las mismas empresas) mientras que se considera un gasto inútil la inversión del Estado en el bienestar social y se lo insta a que privatice cosas como la salud y la educación.

Y llegará, creo, el tiempo en el que también se privatice la seguridad, la justicia y el ejército, y en ese momento el uso de la fuerza legítima dejará de ser una capacidad de los Estados y comenzará el declive de la sociedad tal y como la conocemos.

Porque no nos engañemos, la buena salud de las empresas no garantiza el bienestar de la gente de la misma forma en que la buena salud de las instituciones feudales no garantizaba el bienestar del pueblo.

Las empresas, en su ánimo de maximizar las ganancias, han contaminado y siguen contaminando nuestro planeta, explotan los recursos naturales a un ritmo insostenible, explotan mano de obra esclava y mano de obra infantil en los países que así se lo permiten, rehúyen pagar impuestos, piden exenciones impositivas , facilidades para su crecimiento y desarrollo, controlan la salud de sus empleados para asegurarse su máximo rendimiento, manejan a sus empleados como a un recurso material más, no reconociendo otras obligaciones para con ellos que las que la ley les exige por haberles sido impuestas luego de años de lucha sindical y que siempre presionan para erradicar a través de leyes como las de Flexibilización Laboral en Argentina.

Al mismo tiempo, pervierten los principios democráticos financiando las campañas políticas de aquellos candidatos que puedan favorecerlas, adquieren los medios de comunicación para darle a la sociedad una realidad pre-digerida que favorezca el punto de vista de sus propietarios, quien se opone a las necesidades y deseos de las empresas es malo, se fomenta su imagen negativa, quien va a favor de estos deseos y necesidades es presentado como el nuevo mesías.

Eso será cierto para las empresas, pero no para el ciudadano de a pie que las sostiene con su trabajo.

Y el tema da para más, pero me he excedido demasiado.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Pensar en democracia

Algunas veces suelo cuestionarme las cosas que se dan por ciertas, en un banal ejercicio de pereza no suelo dejar ese tipo de cosas por escrito pero hoy he decidido poner en marcha mis dedos y escribirlo, veremos que sale.

Es creencia general que donde hay democracia hay igualdad, igualdad ante la ley, igualdad de oportunidades, también se cree que en democracia hay libertad, libertad para elegir y decidir en consecuencia. También es creencia general que en democracia el Estado somos todos, y que el Gobierno de ese Estado es un órgano temporal al cual le delegamos autoridad para que pueda tomar decisiones que nos beneficien a todos al mismo tiempo que administra y mantiene los tres servicios básicos que un Estado ha de proporcionar a quienes lo conforman: Seguridad, Salud y Educación.

Estos son solo algunas de tantas cosas que evocan en nuestra mente la palabra democracia, sin embargo todos estos puntos son cuestionables a la luz de lo que acontece. No podemos hablar de igualdad ante la ley en un Estado, por más democrático que se declare, donde el poder económico de una persona puede influir, gracias a abogados caros y otros métodos menos ortodoxos en la decisión de los jueces.

Tampoco podemos pensar que un niño que nace en la parte de menores ingresos en la escala social tenga las mismas oportunidades que un niño nacido en el extremo opuesto, las posibilidades de educarnos van de la mano con nuestras posibilidades económicas y las becas no alcanzan a solucionar este hecho. Si bien una persona con pocos ingresos puede, y debe, intentar acceder a la educación suficiente como para formarse un pensamiento crítico solo puede lograrlo sacrificando otras necesidades, cosa que la persona de mayores ingresos no suele tener que hacer. Además no en todos los países democráticos la educación superior es gratuita, y las personas de menores recursos han de trabajar para estudiar, o endeudarse para poder hacerlo.

También hemos de admitir que, en ciertos Estados democráticos, se ha o se pretende ceder la administración de los centros sanitarios y educativos a empresas privadas, tercerizándolos. Al pasar la salud y la educación a manos privadas podemos suponer que la empresa privada los gestionará buscando maximizar los beneficios y no los servicios con lo cual las prestaciones más onerosas serían dejadas de lado aunque fuesen necesarias.

También sabemos que los Gobiernos de los Estados democráticos suelen tomar más decisiones en beneficios de la gran empresa que del pueblo llano, aun cuando estas decisiones vayan en contra de los deseos o derechos de la mayor parte de la población del mismo. Las leyes que algunos países han aprobado flexibilizando contratos de trabajo para facilitar el despido son un ejemplo, que se esté o se haya hablado de aumentar la jornada laboral es otro. Igualmente, que ante una crisis económica las primeras medidas vayan dirigidas a solventar la situación de las empresas, incluso la de aquellas empresas que han participado activamente en la producción de la situación de crisis, son una señal de que el Gobierno de un Estado no vela por todos de la misma forma.

Y luego tenemos la libertad de elegir y de decidir en consecuencia. Esto sería posible en un Estado donde los medios de comunicación no tomaran partido e intentaran informar de los hechos sin intentar formar opinión, solapadamente, acerca de esos hechos, pero cuando una persona se ve bombardeada mediáticamente con noticias cuya subjetividad está fuera de toda duda y que responden a intereses empresariales, alejándose de los principios éticos que antes guiaba la profesión de periodista, la persona elige sobre bases falsas por lo que no podemos asegurar que elegir sobre bases falsas sea tener libertad de elegir. La manipulación de la información anula esta libertad.

Y podríamos seguir sumando numerosos ejemplos de cómo a cada libertad supuesta se le opone una forma de anularla, de cómo a cada derecho se le opone una medida que lo recorta o anula.

Y este tipo de cosas son las que me llevan a la conclusión de que la Democracia, tal y como se aplica actualmente, es un sistema de gobierno destinado a hacer creer a la gran mayoría que deciden quién les gobernará y cómo serán gobernados, aun cuando no sea cierto, para de esa forma tenerlos medianamente controlados.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Espejos y Dragones


Han podido ver dos documentales. El primero de ellos cuenta acerca de la forma en la cual se informa en los EE.UU. acerca del conflicto Israel-Palestina y el segundo informa de la existencia de un Pallywood, una especie de Hollywood palestino destinado a inventar noticias con muertos y mártires.

Más allá de que en uno de los documentales uno de los expositores sea Noam Chomsky y que el otro documental haya sido emitido por Libertad Digital TV, cadena de televisión entre cuyos accionistas y periodistas se encuentra Federico Jiménez Losantos, personaje polémico donde los haya, lo que procuro al exhibir ambos no es enfrentar a pro-palestinos con pro-israelíes ni darle la razón a uno u otro. Pocos tienen una base firme acerca de la historia que conlleva a la generación de este conflicto y muchos opinan, a favor o en contra, sin estar debidamente informados pero lo cierto, incuestionablemente cierto, es que muere gente de ambos lados, que el terrorismo palestino se exporta y que los niños palestinos mueren culpa de bombardeos indiscriminados y bombas trampa y que las intifadas ocurren no en territorio israelí, sino en terrenos ocupados y controlados por Israel con el uso de su ejército que, sin lugar a dudas, es la fuerza militar mejor armada y entrenada del Medio Oriente.

Ya Hiram Warren Johnson había expresado en 1917 que “la primera víctima de la guerra es la verdad” razón por la cual las campañas de desinformación llevadas adelante tanto por israelíes como por palestinos no deberían sorprendernos, sin embargo, dudo que la muerte de Mohamed al Durah sea una farsa, un montaje, ya que dado lo relevante de su caso y dada la fama del Mossad, una de las agencias de inteligencia de Israel, no me cabe duda que de estar vivo ya lo habrían encontrado y lo habrían expuesto para descubrir la mentira.

La ocupación del territorio palestino por parte de Israel ya lleva más de 42 años (Israel ocupa la Franja de Gaza y Cisjordania en Junio de 1967) y si bien en el año de 2005 Israel desmantela los asentamientos ilegales que poseía en la Franja de Gaza pasando esta a estar bajo el control de la Autoridad Palestina, se reserva el derecho a efectuar operaciones antiterroristas en este territorio tal y como hizo durante la Operación Lluvia de Verano en el año 2006 y continua controlando el paso de mercancía y personas en las fronteras.

Creo que les será interesantísimo comparar estos dos documentos, interesantísimo también formarse una opinión acerca de esta guerra, sus causas y de la razón que impide la paz entre ambos pueblos.

viernes, 4 de septiembre de 2009