miércoles, 21 de abril de 2010

Juan y los científicos contra el mundo


No tengo una base para dar esta opinión pero es algo que me ha estado rondando la cabeza en los últimos días y quisiera compartirlo con quienes son capaces de leerme sin morir en el intento. Todos conocen, o han oído hablar, del Apocalipsis, palabra griega que significa Revelación pero que asociamos más bien con “a tomar por culo con todo”. Entre pestes, meteoritos, planetas chocadores, aguas envenenadas y demás este capítulo de La Biblia nos dice algo así como “a no follar que se acaba el mundo y serán juzgados según el número de polvos”.

También muchos habrán oído hablar de los experimentos sobre fenómenos psíquicos llevados a cabo en la antigua URSS donde encerraban en laboratorios a gente que decía ser capaz de doblar cucharitas con la mente, leer el pensamiento, mover objetos sin tocarlos, volver locas las agujas de las brújulas y conseguir que las empresas de telemarketing no nos llamen al móvil cada 55 segundos y medio con el objetivo de develar, adivinar, predecir, obstaculizar y destruir a los capitalistas sin tener que gastar en misiles atómicos ni utilizar espías de carne y hueso.

También habrán leído que el gobierno de Dios en la tierra, los EE.UU., decidieron investigar en el mismo sentido por miedo a que un antiguo taxista ruso se levantara por la mañana y en vez de leer el diario le leyera la mente a Richard Nixon o quien fuere, aunque con Kennedy o Clinton se hubiese elevado la telepatía a la calificación XXX por primera vez en la historia, supongo.

James Randi concluyó, si mal no recuerdo, que los supuestos logros de los soviéticos en este campo se debieron más a la complicidad entre los científicos que investigaban a los supuestos psíquicos y estos que a logros auténticos. Ambos se necesitaban para conservar los privilegios obtenidos y si la investigación se cancelaba por falta de resultados positivos perderían estos privilegios, por lo tanto, existieron resultados positivos aunque obtenidos de manera no muy clara.

Uniendo estos hechos, tenemos que a la gente le da miedo que el mundo se vaya a tomar por culo pero que al mismo tiempo le da morbo leer o ver películas sobre esto y que los científicos necesitan mantener vivo el interés sobre sus investigaciones para no perder los privilegios que obtienen gracias a ellas (becas, por ejemplo).

Esto me lleva a pensar que estamos viviendo una era en la cual el marketing se ha introducido en la ciencia y ha creado la estrategia del desastre y, aparentemente, la estrategia del desastre da buenos dividendos.

Vamos con los hechos.

Cuando lo de la gripe aviar, todos temblábamos si escuchábamos estornudar a un pollo. Cuando lo de la gripe porcina, humedecíamos el jamón antes de comerlo con una solución concentrada de ácido acetilsalicílico. Pero esto es lo de menos… esto solo fue por los beneficios (Por lo que me temo que los ferengi están entre nosotros).

Veamos las distintas formas según las cuales es posible que se destruya nuestro mundo:

Súper volcanes: Según esta teoría volcanes gigantescos que recién hace unos años descubrimos (como el ubicado en el parque de Yellowstone y que tiene preocupado a los admiradores del oso Yogui) uno de estos días van a eructar (y acá no vale el Alka Seltzer) y nos van a llenar de cenizas, humo, fuego, lava, terremotos, por los siglos de los siglos. Por lo tanto, batallones de científicos están estudiándolos para predecir cuando ocurrirá esta explosión magna para avisarnos y, de esta forma, escapar hacia… ¿El planeta rojo?.

Súper meteoritos y cometas asesinos: Corre la voz en los pasillos astronómicos que a la tierra le caerá en todos los morros un cacho de meteorito tamaño “hay que joderse” que causará desastres varios, entre los cuales podemos decir que se despertarán los súper volcanes de más arriba, habrá terremotos de intensidad desconocida en regiones que aún no conocemos, lloverá fuego del cielo, la tierra se cubrirá con un manto de ceniza, el cielo quedará entonces negro y la gente elevará sus ojos hacia Dios pidiendo perdón por… joer, me fui de mambo.

Cambio climático: Resulta que el hombre, en su constante depredación de los recursos terrestres devuelve la basura que saca de la tierra y transforma en cosas a la tierra misma y eso contamina (¿A nadie se le ha ocurrido hacer arena o piedras con los envases de plástico desechados? Después de todo, tanto la arena como el plástico son iguales de inertes). Tala bosques sin volver a plantar árboles, quema cosas, entre ellas petróleo, y todo eso hace que nuestro mundo conserve más calor que el que le conviene, con lo que todo se irá, otra vez, al demonio.

Más allá de que podamos, o no, estar de acuerdo con estas teorías lo que a mí me preocupa es la forma de “vender la idea”, hasta hace unas décadas atrás teníamos tornados, terremotos, huracanes, volcanes, meteoros, cometas… ahora tenemos toda una galería de súper villanos que ni Batman podría pararlos pero, gracias a Dios, los súper científicos de hoy vienen a nuestro rescate… o a avisarnos unos días antes de que todo se vaya al cuerno.

Indudablemente para mí, detrás de este tremendismo se esconde una loca carrera por los fondos de investigación disponibles para las distintas áreas científicas, si no vendes el área de tu interés nadie va a comprarla y para ello no basta un estudio serio y mesurado sino un estudio escrito con letras gigantes que diga “Háganme caso o les sucederán cosas malísimas”, mensaje muy parecido al de Juan en su obra magna, El Apocalipsis, que parece ser escribió cuando andaba colocado.

Tanto tremendismo me vuelve escéptico, me siento secuestrado por los científicos y sus miedos y en vez de darme el síndrome de Estocolmo y caerme simpáticos los científicos me da un síndrome raro y me empiezan a caer simpáticos los meteoritos, cometas, tornados, inundaciones, volcanes, etc., que vienen a exterminarnos.

Y, como he mencionado antes, todas estas teorías se parecen demasiado a las visiones del apóstol Juan, visiones que tuvo hace ya más de veinte siglos en una islita, creo, donde debe de haber abundado algún tipo de “hierba” muy… ya saben… bonita.

Y entonces se me ocurre que quizás Dios exista y se da la casualidad que soy agnóstico ¿He hallado la forma de comprobar que Dios existe? No, yo no, la han hallado, aparentemente, los científicos, y como prueba lo antes dicho: Que se termine el mundo es cuestión de tiempo.

¿Y cómo se terminará? Basta con leer el Apocalipsis para saberlo, o cualquier teoría científica de las antes mencionadas para saberlo. Habrá peste, hambre, las aguas se tornarán veneno, el aire se volverá irrespirable, caerá fuego del cielo, etc., etc., etc.

Recuerdo que una vez me preguntaron adónde me gustaría estar si cayera una bomba atómica en el lugar en que vivo, yo respondí que debajo de la bomba en el momento en que explote ya que de esa forma veré una luz preciosa y pasaré sin darme cuenta al otro mundo con un tostado que ni mil soles. Ahora deberé agregar que también me gustaría estar confesado y tener un súper cura invulnerable a las explosiones atómicas que me de la extremaunción en el momento adecuado para no pasar un día en el purgatorio o en el infierno…

Y hay que joderse, pero creo que es el momento de que nos volvamos chupacirios.

sábado, 10 de abril de 2010

El triunfo del fascismo



¿Qué es la democracia? No lo sé, pero no es lo que entendemos democracia por ahora. Por empezar y sin darnos cuenta, el mundo se ha desplazado de la idea de “el gobierno del pueblo para el pueblo” a la idea de “el gobierno de unas minorías con ínfulas”.

Por supuesto comprendo que existan algunos que digan que estoy equivocado, porque lo estoy, sin embargo mi empirismo me lleva a considerar a los hechos como más importantes que los dichos y a las muestras me refiero. Inicialmente podríamos decir que si el Estado permite comerciar con cosas como el tabaco y el alcohol ambas cosas no deberían ser consideradas perniciosas para el ser humano, pero el Estado considera al alcohol y el tabaco perniciosos, por lo tanto para desanimar su consumo incrementa la carga impositiva sobre ellos para aumentar su costo y yo me pregunto ¿Es eso correcto?

Por un lado tenemos una legión de personas que defienden el derecho de la mujer a decidir si ha de abortar o no basándose en que es ella la que debe decidir acerca de su cuerpo, tenemos una legión de personas que defienden el derecho de los ciudadanos a decidir si desean seguir sufriendo una larga y dolorosa enfermedad incurable o terminar con su vida pronto, por otro lado tenemos al Estado diciendo que el fumar y el beber es malo para la salud y que es lógico desanimar a los fumadores y bebedores con altos impuestos pero una persona de las que razonan diría… un momento, dejadme entender esto…

Yo puedo decidir cuando he de morir, puedo decidir cuando un cuerpo puede o no crecer y desarrollarse dentro de mi, pero no puedo decidir acerca del consumo de sustancias supuestamente nocivas para mí. Algo falla en algún lado.

Lo que falla es sencillo, el Estado está obligado a facilitarme el acceso a la educación, a la salud y a la seguridad, más no debe preocuparse si yo deseo salud, educación y seguridad, solo ha de facilitarme el acceso. El Estado ha de preocuparse de que el hijo de una persona que gana un millón de euros o más al año tenga la misma salud, seguridad y educación que el hijo de la persona que gana unos 12.000 (o menos) euros anuales. El Estado ha de actuar como un nivelador de las diferencias sociales, pero no es así.

El Estado actual se ha olvidado de las razones que llevaron a su surgimiento, se ha dedicado a favorecer a los grupos de presión, minorías que no aseguran quien tendrá el poder pero que bien pueden definir una elección, de esta manera grupos como los antitabaco, los antidroga, los antialcohol, antipornografía, antierotismo, etc., han conseguido doblar la muñeca de la ley y ganar a pulseada. Pero en realidad, que el Estado prohíba fumar o no prohíba fumar en los lugares públicos, permita o no permita consumir alcohol o drogas es una perversión de los poderes del Estado. El Estado puede decidir acerca de qué es lo que permite o facilita la convivencia, más no puede decidir acerca de lo que sus ciudadanos desean hacer con su salud, educación o sus organismos.

Es decir que al Estado no ha de importarle si una persona consume sustancias nocivas para su vida, si decide abortar o si decide poner fin a su existencia, al Estado no ha de importarle lo que una persona hace o le hace a su cuerpo, lo que ha de importarle al Estado es que una persona no cause trastornos a las demás por vivir como ella desea ¿Esto es difícil de entender? Pensemos…

Es medianamente correcto que el Estado diga que una persona de menos de 16 años no puede beber bebidas alcohólicas ¿Por qué? Porque el Estado pre-supone que una persona menor de 16 años no puede distinguir o diferenciar el bien del mal. Pero no es correcto que el Estado ponga trabas al consumo de alcohol, porque esto excede sus prerrogativas, el Estado ha de guardar la paz interior, pero jamás interferir en lo que una persona decide hacer con su cuerpo, o lo que decide no hacer.

Cuando el Estado se involucra y decide reglamentar lo que un ciudadano puede o no hacer con su cuerpo el Estado toma la decisión de ser Dios, por lo cual podríamos decir sin miedo a equivocarnos que el Estado tiene tendencia a ser totalitario.

La función básica del Estado, según Max Weber y otros, es a de evitar que las diferencias entre ricos y pobres se acentúen pero, a la luz de los hechos, estas diferencias se están acentuando. En un mundo de 7.000 millones de habitantes tenemos que solo un 10% disfruta del 90% de las riquezas mientras que ell otro 90% se debate entre sus deseos insatisfechos y el hambre. Indudablemente, un mundo donde el 20 o 30% de las personas come todos días mientras que el 70% come cuando "Dios" quiere es un mundo donde los Estados han perdido sus objetivos. Basta con mirar cualquier país del mapa para descubrir que el 20% de sus habitantes disfruta del 80% de su PIB ¿Podemos decir, entonces, que estamos en un mundo donde el Estado cumple su rol? ¿Podemos decir que vivimos en un Estado Democrático cuando el Estado no nos permite decidir que podemos, o no, hacer con nuestros cuerpos?

Para mí la respuesta es NO.

No podemos decir que vivimos en democracia ya que los deseos del pueblo no son contemplados más allá del acto eleccionario. Un candidato puede decir lo que sea para ser elegido, pero una vez elegido puede hacer exactamente lo contrario, ya este hecho derrumba la idea de lo que Democracia, significó en un principio.

¿Eso significa que el Estado moderno tiende al fascismo? Sí. Un Estado que se involucra y decide que es lo que un ciudadano puede, o no, hacer con su cuerpo es un Estado fascista, ya que el objetivo del Estado democrático no pasa por eso, pasa por evitar que un pequeño porcentaje de la población disfrute de la riqueza creada por el otro tanto por ciento, pasa por prestar una serie de servicios esenciales (salud, educación, seguridad, etc.)… Pero no es su objetivo el preocuparse e intentar evitar que yo encienda un cigarrillo, o que mi vecino se coloque con lo que sea…

El Estado moderno nació para evitar la existencia de grupos de privilegio, para evitar que yo pueda determinar la libertad del otro o que otros determinen hasta donde puedo ser libre, más no lo ha conseguido.

Por lo tanto la conclusión es que vivimos en un Estado de fracaso, donde la Libertad sigue siendo una Utopía.

Y desafío a quien sea a que me demuestre lo contrario.